Con su voz oxidada de tantas baladas, tantas canciones,
tarareaba mi viejo compañero
canciones de lucha y amor,
la mirada delirante, estaba posada en el eterno horizonte
que tantas veces lo inspiró, y ahora,
se limitaba a estar detrás de aquella ventana
una vieja amiga acudió a la tan nostálgica visita
la mano caminante, se paseaba por los hombros de mi viejo
amigo
y al oído la prostituta suavemente le recitaba la historia
de un hermoso joven
que alguna vez levantó el puño por sus sueños,
ofreció su vida por risas y besos
y se emborrachó de alegría y se drogó de amistades
las palabras no eran suficiente para relatar tan bella
historia,
y con su lengua inició un recorrido desde el cuello para
finiquitar de manera elegante y sensual en la oreja
el leve pero potente gemido de la puta
era la conclusión de todos los orgasmos que algún día el
joven pudo conquistar
sus manos de seda empezaron a recorrerlo todo, sus cansados
músculos recordaron su vitalidad
el deseo se apodero de mi viejo compañero, y se entregó al
placer del cuento
el mimado hombre sentía que reinaba en unas tierras que
alguna vez el tiempo le usurpó
su pelo desprendía un olor lavanda y su piel, suave como la
miel, era el humeante café del desayuno en la cama
las manos siguieron su rumbo, apoderándose de todo, como el
mar y el viento
como una anaconda a su presa, la puta lo asfixió tiernamente
con besos y caricias
los rasguños mostraban como huellas en la arena el camino
que su mano emprendió sobre su cuerpo
empezó a subir, subir y subir y con un encanto felino
sus manos plumadas empezaron su vuelo sin retorno desde sus
hombros
la historia de aquél joven terminaba trágicamente detrás de
una ventana
la voz se alejaba, los colores se convirtieron en grises
matices
y en un baúl lleno de recuerdos, la voz celosamente se
escondió
mi viejo compañero, desesperado se dió la vuelta
y su triste mirada se emparejó con un ahogado grito, una
triste suplica
el eco le respondió con una risa traviesa y en aquella
oscura pieza
solo había polvo
y el viejo nuevamente empezó a tararear
canciones de lucha y amor
posó la mirada delirante en el horizonte
esperando, al ritmo melancólico del reloj
que algún día vuelva la puta, la puta vida,
la puta muerte...
Tristan
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