11 de abril de 2014

Los pies sobre la tierra

Yo quería ser uno de esos gigantes, esos que eran temidos por los ancianos de la comunidad. De joven me contaban increíbles leyendas de aquellos seres. Tengo aún memoria de la primera vez que vi a uno: mi cuerpo se detuvo y quedé anonadado con el semejante tamaño de aquél monstruo. En un comienzo tuve miedo, pensé que podría aplastarme en cualquier momento, pero poco a poco del miedo nació la curiosidad.
Desde aquél encuentro, comencé a espiarlos y a estudiar sus costumbres, me obsesioné... Recuerdo haber pasado días enteros pensando cómo sería ser tan grande. De toda mi gran familia, debí haber sido el único en fantasear con ellos. Me distraje lo suficiente.
Fue la última noche de la época de recolección, antes de las Grandes Lluvias, que sucedió. Fue muy rápido todo, no alcancé ni a pensarlo, ni menos a medir todas las consecuencias que traería, pero lo hice. Esa noche mirando las lucecitas en el cielo, una gran línea blanca cruzó la oscuridad. Aluciné. Deduje que era una señal del más allá para mí, y en consecuencia, pedí un deseo.
A la mañana siguiente, había dejado de ser una hormiga de la Comunidad Horizontal del Cuadrante Syghlt y me había transformado en un coloso, autodenominados "humanos".
Nunca una mañana había sido tan bizarra. Era como si mi imaginación tomara vida. Desperté sobre un césped a medio cortar, el sol me hizo desvincularme con mi estado somnoliento debido al calor. En un comienzo, pensé que seguía soñando, sin embargo, luego me di cuenta que aquello era real: mis extremidades se habían transformado en entes corpóreos, había perdido mis antenas, mis patas, mi ser…
¡Me convertí en un gigante! grité lleno de emoción, pero el sonido que produje me causó más desorientación y misterio que expresión de alegría.
Después de un rato tendido reconociendo mi cuerpo, me preparé para moverme. Los primeros intentos en levantarme fueron inútiles, no tenía equilibrio alguno. Probé mirando al cielo y también, a la tierra, y a pesar de ello mis fuerzas no lograban soportar mi gran peso. Decidí arrastrarme, por instinto tal vez, y pude avanzar.
Estaba excitado, empezaba a controlar mis energías y movimientos. Fui aprendiendo.
Todo era nuevo para mí, en este día mágico, nada calzaba con nada. Con lo que más mi mente alucinaba era mi enorme visión. Era indescriptible el cambio, mi mundo dio un giro totalmente inesperado: la profundidad de mi percepción, la infinita gama de colores, los tamaños de las cosas…

Aún no lo podía creer, todo aquello era tan irreal. Algo en mi interior me incitaba a pensar que era una jugarreta de mi mente, algo temporal, un día lleno de mística e incomprensiones quizás. Pero, desgraciadamente, no lo fue…

Thor

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