Ese ladrido, y la soledad que crea, hablan
de los sentimientos de los hombres. Hombres
para los que toda una vida fue
como una tarde de domingo, una tarde
que no fue del todo mala, pero sí
calurosa, y aburrida, y pesada. Sudaron
y se fastidiaron más de la medida.
No sabían a dónde ir ni qué hacer.
Esa tarde les dejó solamente el recuerdo
del tedio y de pequeñas molestias,
y de pronto se acabó; de pronto ya
era de noche.
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