12 de abril de 2014

La Enfermedad

De repente, sin saber cómo ni por qué, una noche cualquiera llegó la enfermedad. La fiebre se apoderó de mí, una tos despiadada me condujo al ahogamiento, un temblor persistente me recorría a la madrugada, me visitaron unas pesadillas atroces en las que figuras malignas me aprisionaban la garganta y me cortaban el aire. Los espasmos de la tos me dejaban adolorido, casi sin poder caminar. El insomnio me impedía descansar y buscar la tan anhelada recuperación. Los médicos intentaban con antibióticos, con terapias respiratorias, con corticoides. Nada. Por momentos sospeché que no lo iba a lograr, que era el fin.
Y entonces, por entre las nebulosas de mi inconsciente, una voz me recordó vagamente una palabra griega: peripeteia. Es cuando el héroe pierde el norte, cuando los dioses le quitan todo respaldo, cuando todas sus certezas se van a pique, cuando duda de sí, cuando queda completamente solo y la realidad se invierte, se da la vuelta, y él ya no es un héroe sino un ser insignificante tanteando en la oscuridad. El descenso a los infiernos. Esa peripecia también sucede a la inversa, pues en algún momento la realidad vuelve a girar y se restablece el orden.
Me levanté en las horas de la mañana y consulté "Ítaca", el poema de Kavafis. En algún momento dice:
Cuando emprendas tu camino a Ítaca
pide que el camino sea largo
lleno de peripecias, lleno de experiencias...
Y comprendí. Pidamos que el camino sea largo, y que en ese transcurrir no todo sea rectilíneo, plano, siempre igual. No. Pidamos también que el camino se dé la vuelta y que quedemos a veces bocabajo, invertidos, mirando hacia las profundidades. Porque si eso no sucede, no conoceremos nuestro lado más oscuro, nuestro misterio, nuestro horror, nuestra bajeza, nuestros miedos, nuestros fantasmas, nuestras culpas más inconfesables, nuestras indignidad. Y si no estamos familiarizados con nuestra vulnerabilidad y nuestra incertidumbre ¿cuál es entonces el verdadero conocimiento de nosotros mismos que tenemos? ¿Cómo más se construye sabiduría?
¿Cómo llevar una vida hermosa sin peripecias?


Mario Mendoza

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