Pareciera ser una guerra constante, sin treguas. Una lucha
permanente de quien logra sobreponer su voz. Es fácil reconocer quien lleva la
delantera, es cosa de agudizar nuestro oído y nos daremos cuenta de inmediato
que es la ciudad quien saca la ventaja.
El viento agita las copas de los árboles y los pájaros
gritan forzando toda su garganta. El esfuerzo es insuficiente, las bocinas, los
autos y el bullicio mundanal humano acallan toda esa armonía maestral compuesta
por aves. Sin embargo, no logran silenciar su esperanza, ya que saben que en
alguna época remota el mundo acústico fue dominado por ellos y sus melodías.
Por ende, no callarán nunca, se lo deben a sus ancestros.
Entonces, a pesar del ruido, siempre podremos encontrar sus
suaves tonadas.
Thor
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