Necesitaba algo a mi lado, un espejo, un reflejo, algo que
deliberadamente revelara mi fe. Quizás, una forma de ver más allá de donde ven
mis ojos. Una ayuda, una mirada prófuga de la justicia, de las leyes naturales.
Una mirada premonitoria que fuese capaz de alertarme, de decirme textualmente:
“¡Cuidado! ¡Este no es el camino!”. Una foto panorámica, con un lente de gran
angular, y facultada para hacer zoom en cada mínimo detalle, en mi vida. Que
fuese tan fuerte, tan potente, que creara un atisbo de mí, y quizás, porque no,
de mi problema: de ti.
Aunque ya es tarde, pues ya estoy aquí, acostado, inmóvil.
Sin ti… y si, esa es la razón por la cual estoy aquí, porque estoy sin ti y
esperando tu llegada. Y aunque ya amanece, aunque la mirada todavía no llega,
aunque no estés aquí, aunque la espera fue eterna mientras se clavaban fugaces
cuchillas de esperanza, y aunque ya no tengo miedo… ya no quiero que llegues… y
si quisiera, creo que tampoco llegarías, pues te conozco, y sé que te espantan
los rayos del sol, y que en cambio prefieres mecerte, como un niño en su cuna,
a la luz de la luna. Pero también sé que dejaste algo, en algún lugar, en donde
yo podré buscar. Una pista, una señal vociferante en una lengua muerta e indescifrable,
una puerta cerrada, pero una puerta por donde tal vez, en alguna ocasión, pude
entrar a tu impenetrable fortaleza. Y así por fin, poder volver a encontrarte.
Y en ese instante, en estado de vigilia, contemplarte para no volver a
olvidarme de ti, de un sueño.
Que si mal no me acuerdo, a la edad de 14 años, te me
aparecías periódicamente, hasta 2 o 3 veces por semana, con tu característica
voz y resuello de lobo jadeante. Aparte de esto, lo único que recuerdo es la
inyección de fortaleza infinita que dejabas en mí, y sobre todo, tu despedida
de viento otoñal, que meciendo las hojas me acariciaba el ser y me regaba paz.
Y si sabes
leer, aunque suene algo irracional, te imploro que vengas y leas esto, pues es
un acto desesperado, un último aliento, el fin de un compás, solo para
reencontrarte, ya que te estaré esperando, donde siempre he estado, en mi
regazo, en mi lecho de muerte, en ti.
pd: Aún conservo una única y solitaria imagen mental de la
primera vez que me soñé.
Lak-Ant.
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