Revista edición n°3 Mayo 2015




PRÓLOGO 

 Nunca detuvimos nuestro caminar. Y aunque no haya certeza de hacia dónde cada uno se dirige, simplemente nuestros pies cansados siguen su incesante e indescifrable marcha. Aun así, en nuestra segregada distensión, vivimos con el presentimiento  de que andamos más cerca unos de otros, que no somos los únicos que acompañados por la soledad, buscamos la voz en alto.
Y poco a poco vamos encontrándonos, encajando los espacios con paciencia y sutileza, encendiendo los silencios ajenos, dejando sin temor nuestras piedras a la ofrenda de los curiosos.
En esta tercera instancia de materialización, vivimos el tiempo que se acumuló, los minutos que fueron olvidados por entre los baúles de la desmemoria, la sangre que esperaba atenta para ser vertida sobre los ojos de los heridos. Pero el reloj sigue clavando las doce, y las puertas permanecen abiertas de par en par. Quien ha querido entrar, entró sin contraer su cuerpo, y cada vez son más las ropas que desnudando, caen.
(Se camina por una larga vía del tren. Las sombras que siguen simétricamente los pasos, son muchas. Se expresa lo que nace en el acto. Se grita por condición lógica.)



Las noches
Algún otro día,
Pero hoy no es ésta mi casa.
Por el temor instalado en las ventanas,
Por las persianas y sus constantes movimientos.
Un ruido. Hay algo afuera, algo.

Todas las noches se oyen pasos
Yendo y viniendo: son los míos.
Mi cuerpo vaga casi sonámbulo
Y se asoma, trémulo, esquivando las paredes
Y el sonido. Algo ha muerto,
Algo yace en la oscuridad y en el silencio.

Es a ellos que está el mundo abrazado.
Todo es incierto, tantas siluetas
Confundidas o difuminadas en el espacio.
Sólo llego a distinguir una luz anaranjada
Allá arriba, muy alejada de las carnes,
Justamente infructuosa.
Una luz que cultiva una mayor desesperanza;
Solo restan cuerpos despiertos
O media mirada en vigilia.

Con la creencia
De alguna pesadilla inminente,
Me voy.

Un vacío calmo de horas como segundos.

Nada ocurre y con razón fue una creencia.
Otro día es otra noche
Y una tormenta.

                               Chicha Ruidosa



Balaustrada
Balaustrada es todo
Lo que está en mi cabeza.
Prospera la mala suerte
Pero aun no revienta
El cielo sobre la vereda.
Está contenido en la cornisa.
Las casas se rascan de belleza y de dolor,
Y yo me forjo agachado
O apoyado sobre mis rodillas,
Cobijado por la sombra
De los balaustres.

Todo lo que ha de nacer, nacerá.
Así la lluvia parida por estas
Nubes de ballena.
Todo sol naciente morirá.
Así esta suerte mencionada,
Quemada, teñida de carbón
Por una fuerte actitud
De las cosas y de los hechos.

Llora la ciudad,
Yo no alcanzo su llanto.
Solo piso el charco,
Escupo mi zapato.
Solo caigo y con sangre
Ensucio la piel irritada.

No alcanzo ese llanto.
Por más deseos que tenga
De desembarazar
Mis ojos y mis sienes.

No alcanzo ese llanto,
Porque esas tiernas columnas
Ya han llorado por mí.

                               Chicha Ruidosa



Desmemoria
La verdad nunca me había emborrachado solo y sin razón alguna, pero ese día algo me empujó a hacerlo. Recuerdo todos los detalles, detalles que no viene al caso mencionar, pero de lo único que no me acuerdo es que escribí lo siguiente:
"Explícame porque frente a ti me tengo que describir adelantando las palabras al sentir el mensaje que esta mente te quiere escribir, son aluviones que se embarcan hacia los aviones no me preguntes porque te tengo que describir la escena donde yo he de morir.
(2 palabras ilegibles)
Estás en aquel paraíso, no esperes mas eso es lo que te esperó en este (palabra ilegible)".

Aquellas palabras se encontraban en 2 planas de un cuaderno aleatorio, escritas grandes distorsionadas y con dibujos no entendibles. Hace tiempo que mi mano estaba trabada frente al llamado de la escritura. Imposible que lo recién citado me haga más sentido, es lo preciso para entender este presente, es lo justo para morir y volver a nacer.

                               N.N
De perras y otros insomnios
I
Nunca me susurraron los gorriones
el secreto mágico para poder dormir.

¿Acaso no me dejarás tranquilo
hasta que lo grite sin cesar?
¡Dos más dos nunca será cuatro!
y tu intento fallido
de hacerme entender la lógica puta
me importa nada.

Ya basta de cuchicheos por lo bajo
si a esta hora sólo cantan los gallos.

Insomnio puto
puto de los mil putos
yegua loca de mi memoria
qué detestable es el placer que te produce mi no-descanso.

II
En qué podía yo dispersarme a estas alturas de la noche, el té me había dejado el estómago caliente y la gotera de la ducha había cesado su impertinente caída. Mis ojos permanecían abiertos con inconmovible fijeza y no se apagarían sin antes haber resuelto y materializado ciertos pensamientos. Lo preocupante de todo este asunto, era que se hablaba de nada, nada como fin último y certero que incongruentemente no se concretaba, y lentamente se disipaba en la insolución, dando inicio a otra brumosa nada. La gota volvía a caer y el mándala suspendido en el aire no dejaba su inerte baile.
(Habían de esas noches lúcidas, provechosas, precisas, de ésas que con fina aguja se esbozaban grandiosos telares. Habían de esas hermosas noches... Qué lástima que hoy, no era una de ellas, sino un vicioso vacío justificado.)

III
Quizás hay algo de perfección en la locura…
Algo espléndido,
casi como un secreto de estos mundos terrenales…
Algo algo algo,
diametralmente alejado de las sucias manos científicas...

IV
¿Podía ser yo, de alguna forma, un ave sin tener la capacidad de volar?

V
6.10 - 6.26 a.m
El ave, conocido por el nombre de "Aguilucho", despierta de su sueño y emite una (sólo una) seca y rápida exclamación: kyaaah.

Anonimatos
Haikus
I
me pasa a veces,
que hablo sin pensar
y aprendo

II
un árbol se demora
cien en crecer
pero uno en caer
                               Bananaoriental

Trinidad
un avance
es un pequeño retroceso
ante la ilusión del avance

un pestañeo
es un terreno fértil
para el cultivo de la muerte

un fondo
cuando es infinito
no toca fondo;
eso es un avance y también un pestañeo.
                              
                               Diego Huberman

Tallarines quemados
A pesar de que eran de mundos completamente diferentes y contrastados por nociones que inútilmente intentaban reencontrarse con cada beso, ella le había enseñado a él algunas cosas que tenían bastante sentido. Lo educó en el arte de ocupar calcetines distintos sin preocupación alguna, le regaló la facultad de comer tallarines quemados, de hacer cualquier cosa que sintiera en el momento justo sin preocuparse de los demás, de reírse de cualquier estupidez que los sorprendía y lo adoctrinó en la magia de crear un planeta que fuese solamente para los dos, salvándolo. Y a pesar de que hay muchas personas que creen indispensable andar con los pies en la tierra, la verdad era que la tierra andaba con los pies rendidos ante ellos.

                               N.G.








25 de Marzo
La tierra no está muriendo, la están matando.
La están matando tantas empresas forestales
amparadas por E$tado$ kriminales,
disparándole a los boskes ancestrales

destruyendo todas las comunidades

Los gobiernos con sus soluciones irreales
buscan mantener estas injustas sociedades,
basadas en violentas autoridades
escogidas por los malignos pocos imperiales.

Pero no pueden impedirnos ver la real historia
y sacar nuestras propias místikas conclusiones de ahora,
nunca reemplazaran nuestras costumbres ancestrales
aunque nos maten y nos encierren con sus legales atrocidades.

La tierra no está muriendo, la están matando.
La está matando las empresas de la minería,
no reduciremos nuestro discursos a si son de $hile o de la CIA.
El cobre no le pertenece ni a los chilenos ni a los extranjeros,
le pertenece a las eternas montañas que equilibran la existencia de lo etérico.

No sólo vacían a la ñuke mapu de sus energías,

vacían las vidas de todes les seres vives con su ambición y agonía,
deseando saber todo,
controlando todo,
terminaron por contaminar todo
y nos cagaron a todos
con sus prohibiciones para locos.

Y ahora la mapu arde en llamas,
tiene una pena por dentro que se la inflama
porque a sus heridas se las violentan todos los días.
Exuda sequías que son gritos de agonía,
explosiones milenarias que nos llaman
a parar la destrucción acelerada innecesaria.

Como alto pewen incendiado
hoy sus lágrimas se secan
cansada de las tiranías
y de las cárceles de toda una vida.

Nos quieren atrapaos, terrible dopaos,
como aweonaxs drogaxs alcoholizadxs.
hipnotizados entero explotadxs,
encarceladxs mis hermanxs por la makinaria del E$tado.

Hacen como que no se cacha
con su policía bastarda,
y sus teleseries cotidianas
que son pura farándula,
pero que a los pobres les encanta, monotonía mediática.

Monotonía, desinterés que apaga la rebeldía,
desinforman todo,
controlan y lo distorsionan,
para que no se reflexione
sobre ésta cínica dictadura monopólik babilónika.

Donde se keman los boskes por culpa
de las forestales que kieren más plantaciones.
se esconden sus acciones
para nuestros pensamientos no se desborden
y se conviertan en pasiones que no se controlan.

Porque no se puede detener a un piwke que se inflama
despojado de preocupaciones, prejuicios y presiones
damos kara para que la suciedad wingka se kaiga en llamas
y que todo ésto explote.

Damos kara para que la suciedad wingka se kaiga en llamas
y que todo ésto explote.
porque nos tienen pa la kagá,
kon su sociedad karcelaria.

                               Lafken mapu




Todo lo que brota es vida
a veces brota la música
a veces, la imaginación a ojos cerrados
tal vez brotan caricias por aquí y por allá
a veces también, la locura
¿y qué hay con eso, si todo lo que brota es vida?
si todo brote viene de algún lugar recóndito de nuestro ser
de ganas reprimidas
del encarcelamiento de nuestro yo
el pulsar de los brotes no reconoce estructuras

                               Epifanika

Romance del mar
Entre tu cuerpo erguido y yo,
venturosas olas en vaivén ciñen el espacio de incertidumbres.
Tu espuma blanca la absorbe mi arena,
esta vez, para que el ocaso sea testigo de cómo los pétalos caen desnudando una flor,
la que sin querer floreció entre el viento de la mar.

El mar tienta la brisa, tienta la marea,
y con un tinte azul, moja la arena.
¿Qué será del silbido del mar, sin rocas a la cual chocar?
Y es que a veces este mar ronronea,
cuando la luna canciones de amor le tararea.

¿Y qué tal si esta vez, dejo que mi arena se moje de tu mar,
empapando el alma en el goce de amar?
lluéveme con tus manos, brisa marina,
y en este suelo escribamos,
con el cuerpo y los labios enlazados
una fábula entre la arena y la mar azulina,
una historia de noches con cafeína
Pero que delicia...
cuando tu ondulante mirada decide ir más allá,
y en ese continuo vaivén me acaricia
a veces como si hamacara
tan sutil, que la piel me eriza.
                               Epifanika




Hombre se queda dormido
Una noche en mi casa.
día siguiente llego atrasado.
me despierto a media noche a tomar agua.
conversación contemplativa con los pensamientos de la gente.
No me sorprendo hace tiempo
me miro al espejo y me muestro los dientes
Estoy tranquilo aún no despierto.

                               Isabel








Beelzebub por la noche toca mi ventana
La sangre de aquella ánima revive con las lluvias,
En el espejo se verán la sensualidad y el erotismo,
Con sólo un verso, el vagabundo conquistará su tumba
Caído en la vieja soledad que contigo se masturba

Satán ya se quedó sin voz... es sólo murmullos
La muerte se aproxima, tomaremos su lugar
Bebamos de su sangre en la fiesta y con los puños
Quememos el evangelio, ¡de nada sirve ya rezar!

La imaginación del débil no se hizo carne ni verbo
Cupido desde un pantano te escribe cartas de amor
¿Será posible que Dios no habite ya en el cielo?
¿Será posible que este largo camino se guíe por una simple voz?

He de penar por soñador, viviendo en una fantasía fatal,
He de penar por sangre santa en un funeral pagano,
He de asegurar cada luz con un viejo candado irreal,
Que oxidado protege los espíritus que salen del mundo humano

¡Forjadores seremos de todos los silentes!
Esta vez ya no seremos, para el mundo los dementes
En la oscuridad los dioses castos nos protegerán
¡Ahora el paganismo es la luz de los futuros inocentes!

Neófitos sus credos, impregnan ignorancia contagiosa
Si conocieran a lucifer, le regalarían una rosa
Pero sus facultades propagan deidades mentirosas,
Perversas sus mentes son egoístas y orgullosas

Sus lecturas son sus cruces que entran como arpía
Haciéndose los sabios, creen que un día al fin sabrán,
Pero mucho desconocen el actuar de esta frenología
Ocurridos los desmanes nos quedan bustos de amatividad

Es lógico pensar, pero más lógico es comprender
Imaginar el sexismo como si fuera lucidez
La seguridad de su audacia es arrojar en su habitación
Todas las tristezas que su gran vaticinador les promulgó

En un papel manchado de un rojo indefinible
Menstruó una calavera con su lápiz invisible
Suplicio semejante jamás logré olvidar
Intolerable mi memoria nunca te dejó de amar

¡Forjadores seremos de todos los silentes!
Esta vez ya no seremos, para el mundo los dementes
En la oscuridad los dioses castos nos protegerán
¡Ahora el paganismo es la luz de los futuros inocentes!

Volviendo de un escaso punto ciego, y despistado
Me mantuve sutil por un canto provocado
Pero el padre era el mudo, el trino se ha manchado
Desnudemos a la novia, del despotismo no es su esclavo

En la biblia está el ejemplo aún más existente
De que las personas con amor se convierten en dementes,
La virgen excitada nos confía humildad provocadora
La luz fue su cárcel más cruel y agotadora

Del péndulo cuelgan desgarradas las penurias
Enfermos y postrados los muertos salen de las tumbas,
Los tímidos ahora son valientes rencorosos
¿Será que nuestro aroma les recuerdan almas suyas?

Desde el muro brillan los restos de las botellas
Que contuvieron alcohol, amor de dulcinea,
En la monotonía he de pensar en tu llanto más sensual,
Perdido en las gotas, me bebí cada perfume de tu mal

¡Forjadores seremos de todos los silentes!
Esta vez ya no seremos, para el mundo los dementes
En la oscuridad los dioses castos nos protegerán
¡Ahora el paganismo es la luz de los futuros inocentes!

Una indicación, precisa de adoración humana
Se convirtió en vieja esperando una llamada,
Un ángel de pronto le regaló un pergamino
- sólo en sangre podrás ver lo que hay allí escrito-

Nunca le costó amenazar a la lujuria
Aquella decepción derivó en impaciencia,
La vida propia no ha de valer en aquellos momentos
- mátate- era el mensaje de aquella hoja muerta...

Lloraba en silencio detrás del espejo,
Quebrado y descolorido el cuchillo manchó
Esa serpiente en ángel se transformó por despecho,
Desde el día en que ese niño sin alma nació

Inmolarse al infierno es puerta de los suicidas
Como un animal, hasta el llanto viene con heridas
Pero el fastuoso mar, con el entierro genera vida
La marcha de Satán, otra vez se hizo presumido

¡Forjadores seremos de todos los silentes!
Esta vez ya no seremos para el mundo los dementes
En la oscuridad los dioses castos nos protegerán
¡Ahora el paganismo es la luz de los futuros inocentes!

                               Víctor González

En tus Manos yace mi Cruz
Victoria, llamada por los insumisos al caer la noche,
invocaciones del tercer mundo para hacer de tus ojos mi mejor pluma,
placer inherente al revés y al derecho, cuán dulce agonía aflora,
si te dijera la verdad, nuestros cuerpos amantes serían como el sudor que se esfuma.

Pero el dominio de la tierra es tuyo y no puedo arrebatarlo,
escondidas cartas te entregaría por debajo de tu puerta,
¿manchemos con sangre las bellas telas en tu regazo?,
¿anidemos presurosos los inicios básicos de la humanidad ya muerta?

Sinfonía Belial que deseo tocar como experto de este arte,
déjame bailar, al son de las cuerdas satánicas de tu alma,
fría dama, dame, dudas para querer desnudarte,
pero la verdad es que no tienes amos, sólo esclavos quienes esquivos te aman.

¡Haz turismo en este espacio! Creo que puede interesarte más de lo debido,
tardía mis letras escriben pensamientos anillados en tu piel,
prohibidos los desvelos por vistas a tu figura, majestuosidad del eterno principio,
visítame pronto antes que cupido suelte el anzuelo, al cual tímido mis sueños conté.

No logro controlarme, y es por culpa tuya que vuelvo a ser animal y no sensato,
si pudiese decirle algo propicio a tu deidad, sería que amo tu mal trato,
contigo he creado mi propio mundo, donde el dinero vale menos que hablar
y el día se hace noche cuando la luna ve al sol llegar.
,
Podríamos hacer muchas cosas juntos, inimaginables,
crearíamos novelas donde no hay delito al pecar,
saltaríamos conversos, lagos de estrofas sinuosas como simples amantes,
pero no me dejas, sárdica eres ahora en tu mirar.

Para poder cantar tus propias reglas, tengo que hacer lo inevitable,
explícito tengo que matar a todo lo que quiero por delante,
violaré aquello por lo cual he sido el peor Judas de la historia,
ayúdame, que quiero ya poder abrazarte en mi memoria…

Me causa risa incontenible el odiarte en demasía,
y me provoca odio inescrutable esa risa tuya, propia de mujer fingida,
tratemos que el amor sea el sueño de nuestras húmedas fantasías,
para que la juventud revele calma diestra a tus pies, dulcinea herida.

El bálsamo placeriano abre paso a todas las historias que el destino quiere,
más increíble es la prudencia habitual del desolado,
¡¡Dame más y más que quiero beberte!!
quiero seguir anunciando promesas en tormentas, pero ahora de tu mano…
                              
                               Víctor González

Viuda
Mujer de compañía muerta. No hablaré de ti como arpía y serpiente, no diré que fuiste celo que cegó a tu razón, no abusaré de esta prosa para cargarte de negro y yo cagarme de ti, ni te pintaré pastel barato aunque esté de monedas. Mujer aterradora maquiavélica antagónica.
Mis labios y sus formas dirán que fuiste amante sin tregua; un nogal en el desierto. Mis labios y sus formas no dejarán de sacudirse y bambolearse para llenarte de flores, eterna figura despampanante.
Cuando recite yo de ti a marineros salados, irán corriendo desbocados y salvajes a los puteríos morados-rojos y de humo de tabaco, para arrancarte de sus deseos reprimidos que vinieron en las lanchas frías y ásperas de andar.
Viuda de piernas blancas barrocas/pies de luna. Soñaré que nos quemamos en las copas de los árboles de las noches azules y que nos convidan vino añejo en la calle.
Dulce tristeza tuya viuda con ganas de mi gracia, maldita, mortífera y tierna de los sesos; viuda de sesos dulces tuya mortífera gracia. Que sea yo el último al que matas por la espalda, al que te regala estos versos, ¡malagradecida mundana!
                              
                               Mario Tabauga



Hada riter
Las imprecisiones quedaron obsoletas
y una vez más estoy con el morral abierto a la locura
los días fueron fines antagónicos
y el reloj marcó el presente exacto
Doy la primera pisada sin trabajo alguno y me esperan los cañones
de pie bailan en mi perseverante ausencia
celebran la llegada venidera
Un dos tres por el camino que nunca brotó
si la mirada espina avanza
mal de las piernas ficticias que se cansaron
Del más acá todo es posible
y el pensamiento que se arrepiente
la horca lo apretará sin fe
Atentos los detectives indómitos
un comienzo sin final
es un eterno espiral.

                               Th.

Reinventación
Seré lo que el viento nunca arrastró
la piedra que vive sin bailes ni patrones
y reiré con la misma risa silenciosa
cuando los tiempos caigan muertos.
Habré vencido si las atas no me amarran
si salgo ileso del fuego que purga
y del mar que ablanda.
Seré un grito hacia adentro
un ateo convencido que Dios existe
y sin mirarme a los ojos
entenderé cuál es mi propósito.
Lloraré sin pena
ni vergüenza de ser vida azarosa
y cuando derramé aquellas lágrimas sobre los pétalos de la historia,
reiré sin la memoria que carga con la culpa.
Seré un verdadero ajeno
y ni a nombres ni a lugar responderé.
Seré nebulosa, incierta y libre nebulosa,
extraña por naturaleza y fe.

                T.

Larva c/nombre
Mis ojos hoy descansan sobre el mar negro que los baña
negro azulino pero no profundo
Se alarga mi cara hacia los pómulos
sobresalen de mi árbol quebradizo

Los labios, que belleza los labios
nunca antes los había visto tan rojos
tan gruesos, tan cerezas, rebosantes de un rojo amoratado

Mis pechos siguen ahí guías de universo
dos lunas fuertes que confirman mi femenino
se sitúan bajo mi pera

Me recorro una y otra vez
postrada aquí
siento mi realidad

nunca pensé ser tan impermanente

                               Pamplenpina




Ulises
No sólo extrañaba ya su presencia, su perfume y su delicada forma de apaciguar mis días, incendiándolos de risas, o por lo menos, de ganas de vivir, sino que también extrañaba al individuo en el que me transformaba a su lado, núcleo liviano y desentendido. Ella estaba lejos claro, y yo me quedé allá sin querer, en aquella fortuita dimensión paralela.
Aquí es otra historia, se vive desencajado, fuera de lugar. Las paredes resultan más anchas y las voces se pierden en la indiferencia. Yo camino para distraerme, para remontar en el vacío de la no-inercia, para no pudrirme en la nostalgia.
De vez en cuando, entro al baño y observo el reflejo que allí se ve. Miro fijamente a los ojos, aquellos portales del pasado donde nos escondemos los lejanos tontos enamorados.
Sonrío para mis adentros, con ella en el recuerdo y a mi lado, y por un poco, me siento más distendido.
Pero no tan lentamente, me embarga la violenta contraparte, el eslabón maldito. La mirada se vuelve dura, y busca perdida un punto donde apoyarse, una interacción donde se encuentren todos con todos, sin disfraces ni artilugios, sin memoria ni prescritos.
Involuntariamente se me agita el corazón, y desvío la mirada, y pienso en ella, y en mí, y en él, y en los mundos por los cuales ya no quiero moverme.
Luego, pienso la noche ajena y en los autos que pasan...
               
                               Elías Roth

Ulises II
No sabía si sus ojos desmentían las duras palabras,
si existía una luz que se camuflase detrás de esas murallas de colores tan bien edificadas,
el minutero fue sepultado bajo la tierra prometida,
y ahora vivía yo sin sus horas de eterno sol.

Pero aún a oscuras me irradiaba,
me entregaba el mismo único calor de aquellas lejanas lluvias,
esas lunas pasadas de perfecta afinación,
los estruendos silenciosos, los no tan silenciosos, las inagotables gotas de vida.

Mi corazón piensa o pienso en mi corazón, ese que vibrante me llevó tan al margen del camino,
tan remotamente fuera de sus aires, cual fantasmal alucinación del pasado.
Le grito ¡maldito!, como un necio rencoroso que se arrepiente de sus andadas,
que no se reconoce preso de sus disimulados impulsos que le advertían obvios desencajes.

"El no aferrarse a la vida deja grandes secuelas señores,
quizás talvez, esté bien llorarle en silencio, desearla extraviado de sus brazos,
mantenerme sin escuchar su voz, sin alcanzar a abrazar ni besar sus días,
ni poder olerla, apretarla, sentirla, empaparme de ella por infinitos tiempos,
y además,
tener que deleitarse, día tras días,
entre pequeñas rendijas del espacio,
con la misma mágica entereza que hace palpitar mis de antaño y de siempre segundos."

                               Elías Roth

Ventana
Miras la ventana. ¿Y qué ves? Yo diría que nada, que sólo tu mirada se pierde en el instante. En una de esas, quizás sea una posición cómoda para asentar el pensamiento.  Pero más pienso que no estás en nada. Nada de nada.
De seguro yo estoy en menos, y eso que estaba mirándote fijamente a los ojos que miraban el no sé qué en la ventana. Y me veo aturdido en tu ausencia que no mira, perdido como un pájaro en busca de su nidal, o melancólico como el lobo que aúllale a la luna.
Prefiero agachar la vista antes de tiempo que mirar hacia otro lado. Entre mis rodillas me siento al margen de los curiosos, en refugio de las voces que tímidas puedan preguntar que me pasa. ¿Y qué me pasa? Nada, claro. Sólo soy uno más de los tantos que sufren en silencio.
¿Y cómo no iba yo sufrir? Si tenía un rasguño bajo la piel que se expandía en vez de curarse. Eran horas eternas que se hacían eternas sin ella. Sin ella. Sin ella. Pues al final, es de ella de quién hablamos, de su afilada existencia, de sus enceguecedores coloridos, de la vida que suave me confiscaba.
Pero morir nunca era perecer, era sólo una lenta y fría estocada, un decaer progresivo seguido por
ojos llorones, pies arrastrados y miedos indómitos. Ya en el suelo, la herida aún más brotaba e
incesantemente, moría yo una y otra vez.
Pero morir no era perecer. Después de muerto despertaba con nostálgica resaca, y a duras penas, podía caminar. Pero ya nada importaba, el sol ya está en lo alto nuevamente

                               Catakúm            


M.
El mar lo tenía para mí sólo, para mi egoísta y simplista deleite. El viento golpeteaba suavemente mis segundos, como una fría pero tierna caricia.
Mi memoria, sin oponer resistencia alguna, se prestó entusiasta al vuelo, y me dejó sin estado alguno, vacío.
¿Por dónde empezábamos si no existe ni el 0 ni el 1?
El mar, sin entender la quietud, permanecía en perfecta e incesante búsqueda de los ciclos. Pero era un hacer sin conciencia, algo así como un mecanismo irrefutable de subsistir. Yo por mi parte, entendía de pura coincidencia, semejante (i)lógica, y sin tanto sesudo trabajo, me percataba de los no-indicios de posibles fugas de luz.
Pues claro que nada se iba a entender con palabras, si las conclusiones carecen de trascendencia.
En resumido para los inquietos busca-sentidos: "era yo el mar-persona".

                T.










Quizás
Quizás
ella no sabía que detrás del último pétalo
sólo se ocultaba el primero
o el ninguno
que los muros eran de papel
que la mente era tramposa
quizás.
Y yo por mi parte
permitía la ignorancia
de uno y de otro y mía
como si de un tesoro se tratase
de elásticos embarullados
de disecadas telarañas
pero lo hacía sin maldad
sin consciencia siquiera.
Quizás
ella sufría conmigo sin advertirlo 
llorando por lo bajo
abrazando a vacíos no-aparentes
sometiendo el no entendimiento a juicios categóricos.
Sin percatarme
parecía yo rechazar su tibio silbido
su eterno y libre flujo
que levantaba a los muertos de hambre
que vacunaba a los delirantes de siempre
a los necios de nunca.
Pero quizás
yo no quería reconocerme
y me entumía en la identidad
como cualquier animal petrificado frente a un espejo.
Quizás
ella sabía de yo mucho más que yo
y perdía su tiempo en revertir la situación
quizás
quizás.

Pero quizás
                               No.

                E.T.







La sangre nuestra
Vengo a despedirme.
Vengo para irme.
¿Cuánto tiempo será?

Los fantasmas me gritan “adiós”.
Un beso y un plato de arroz.
¿Qué mis ojos dirán?

Un niño salta de la luna.
Hereje, dibuja su fortuna.
Sin querer.

Lagartijas del invierno.
Peces del desierto.
En mi espejo

                               Mandu


Triste parrafada de un niño perdido
Te estoy buscando en los ojos de un perro callejero. Calles oxidadas de la reja desde la que miro. El techo se voló. Yo soy el ojo de la tormenta. Caminando hacia atrás. No hay donde sentarse. Me siento solo. Mi mente se la comió la almohada. Run Run se fue pal norte. No sé cuándo vendrá. Enfermo y lucido el tiempo pasa lento. Trasladome hasta ninguna parte. En una mico lenta. Con ruedas rotas. Pero me hago presente. No huelo a nada. Aunque estoy sucio. Cambio mis lágrimas por monedas. Pero la gente es tacaña. Cae la noche silenciosa. ¿Dónde estoy ahora? Me veo bajo luces artificiales. Luces artificialmente insuficientes. Luces que dejan lugar al vacío. Pero el vacío está en mí. ¿Dónde estás ahora? Se trasluce mi cuerpo como agua. Mi cabeza repite siempre distinto. Dos caminos encontré para matarme. No puedo recorrerlos solo. Pero estas palabras se pierden. Por los siglos de los siglos. Rezo para que mañana sean cenizas entre lo que no fue. Amén.
                              
                               Mandu


06/21
cualquiera se pudre
cualquiera se resta
cualquiera se dice inocente;
y el cuerpo se trenza,
garganta y lengua afuera,
como una bolsa de basura.

                               Roberto Sáez
04/20
así, como el agua negra,
o como las sábanas sucias,
llenas de párpados abiertos
que de día no se restan,
permanecen dando vueltas
viejos rostros en el lavamanos

y uno supone que está bien,
que hay una realidad
que no es violenta.

                               Roberto Sáez


Soledad que brillas con tu incandescente
Soledad que brillas con tu incandescente
Torso desnudo, majestuosa estatuilla
Hecha de espinas, que hieren y punzan.
No te clamo ni venero, más me parece justo
Sacar a relucir tu singular figura.

En la espesura de tus telarañas y flores mustias
Tejes tu nido, nicho de pirañas y epifanías.
Susurrando con el eco del silencio llegas sumisa e irónica
Engominada arpía.

Anocheciendo se condensa tú
Presencia en tibios susurros de poesía.
En la acera las hojas bailan y en mis pensamientos sombras
De marchita alegría.

Pesado el cuerpo, aletargado y dolorido
Pido limosna a la ventura de antaños días.
Tonos marrón y rosa, paseos, risas y
Astrología, donde tu presencia era menguada
Con el amor como tiranía.

                               Equeco                

La Ciudad
       La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de     planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes… No, decididamente no es éste, more geométrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico.
Jorge Luis Borges (1899 – 1986)
Llamóla Utopía, voz griega cuyo significado es no hay tal lugar
Quevedo (1580 – 1645)
Mi relato, personal y singular, se adhiere a un género nuevo. Conformado a partir de una minuciosa capacidad detallista en torno a la descripción del espacio y las relaciones en él, lo cual lo haría un informe etnográfico netamente; sin embargo, no acabaría por aburrir a más de alguno. El detalle debe ser capaz de transformarse o reformarse para pasar de un simple hecho visual captado por un sujeto observador y posteriormente imaginado o interpretado por un lector, ha de ser palpado y masticado. Si no se le agregara a este relato lírica un tanto torpe y sudorosa por el abrumador sol de estas fechas en la zona centro – sur no sería más que papel manchado de tinta virtual incapaz de transmitir más que algo similar a los monólogos dominicales de los párrocos, rutina arrítmica y amarga. La guinda de la torta queda supeditada al poderío de la imaginación la cual nunca es tan innovadora como se cree ni absurda como se le acusa en las mesas redondas de los conservadores.
Los hechos se fueron dando de manera apurada, sofocado por el tiempo, empedernida sustancia viscosa que nos hostiga hasta la médula, me fui acercando en idas y venidas rutinarias a la biblioteca municipal de la Ciudad. Me gusta la Ciudad, siempre me ha gustado, me gusta por todas partes, sin embargo es en la nariz donde más la disfruto, sobre todo después de las primeras lluvias que trae cualquier estación del año, en cualquier momento fortuito. Respiro esa húmeda tranquilidad de los cisnes - cuando no son intoxicados -  y huelo el plumaje frío de las gaviotas siempre chillonas y poco amigables. La biblioteca siempre me generó expectativa, más debe ser porque el trayecto hacia ella se veía influenciado por el viaje. Desde la playa a ella, uno llega con seis o siete intuiciones más audaces  que desde el centro o algún otro lugar dentro de la Ciudad. Dentro de ella, me sentí sólo y plácido. Poco concurrida como los mapas del imperio Otomano, y poco habituada a la interrogante de una mirada penetrante fui conociéndola poco a poco, con la gracia que se conocen los ombligos. No considero justo ni ameno describir la estructura del edificio, es de conocimiento general que de por sí, cuando hay más de un piso se le adjunta una escalera entre piso y techo o entre piso y piso, la perspectiva aquí es lo de menos. Las ventanas, las puertas, las vigas, tablas y estantes, todo distribuido de manera que no nos fuese necesario caminar como lo hacen las hormigas, lamentable o alegremente. Con entusiasmo infantil aclaro en este momento que lo interesante de este relato no pasa por mis metáforas ni por la biblioteca de la Ciudad. Sígame.
Al sentirme desinteresado por lo que aquel lugar pudiese ofrecerme, me digne a recorrer la Ciudad en sí. En ella es todo brisa o tempestad, más la llovizna que algunos enaltecen no es más que los últimos granos del reloj de arena anunciando el verdadero espíritu de la Ciudad. El día que yo recuerdo no llovía, ni indicios había de que sucediese. La tarde era pulcra, el ocaso lo percibí a la altura del puente y fue de urgencia sacra detenerme unos momentos a contemplarlo desde ahí pues el naranjo y el violeta en él resaltan a la pupila de manera espléndida. Solitario, tal cual, como me digne a salir de casa fui en busca de un lobo marino, o al menos de alguno de esos pájaros con cara de humano que tanto abundan por la costanera. Los encontré a ambos, los saludé y seguí mi camino. De improviso caminando por el borde del río, me tendí un rato en el pasto a fumar un cigarrillo, no hacía frío y me abrigaba una chaqueta amarillenta con olor a humedad. El río inevitablemente me hizo pensar en el constante impulso hacia delante, en la imposibilidad absoluta de con el índice hacerle un remolino sustancial, de esos que se hacen cuando uno es pequeño y no entiende mucho de estas cosas. También pensé en un comentario que oí una vez en alguna de mis clases sobre la cultura Aymara y su peculiar visión del Tiempo. Para ellos el futuro es algo que viene detrás y el pasado algo que está por venir, y al referirse a su historia lo hacen de cara al pasado y de espaldas al futuro. El Tiempo, el Espacio y el Lenguaje, algo así como una especie de mosqueteros repulsivos cayendo infinitamente en el universo a través de un vacío conformado por jeroglíficos, tinta y palabras. Desvié mi vista absorta en el río para contemplar que ya el ocaso se desvanecía y las siluetas caían sigilosas. Desde donde estaba, que da igual donde fuese, podía ver la longitud completa del puente, sus pequeños faroles laterales alumbrando hacia arriba y abajo de manera sutil, el paso de los automóviles, bicicletas y los pequeños seres humanos que desde mi punto de vista, caminaban para acá y para allá cortando a intervalos discontinuos con su presencia las lucecillas de los lados y creando nuevas formas con sus cabezas y el reflejo de la luna. Me pareció agradable visualizar esto, me daba una pequeña alegría ver a los seres diminutos que ahora si se desplazaban como las hormigas de más arriba que no tuve el valor de enaltecer a la primera. Más abajo y a mi derecha – se comprenderá que me encontraba a la izquierda, por voluntad propia o por mi escoliosis – el Mercado Fluvial. Es bonito el mercado fluvial, en sus diversas facetas, más siempre me agradan más las cosas en la noche, cuando las observo desde afuera y desde adentro. De noche se aprecia la belleza de las cosas sobre todo estando fuera de ellas, es decir, siendo un espectador de la calma que abunda en el lugar y saboreando la entrada como el paso a una dimensión desconocida. El péndulo de movimiento infinito y desafiante puesto a la vista de todo ente que se desplace por la costanera lo evadí apenas lo visualicé para no caer en alguna alucinación imaginativa que me impidiese continuar mi relato. Me levanté de donde estaba y me persuadí de que había perdido por completo la sensibilidad en mis extremidades inferiores, mis piernas se encontraban flácidas y me costó poder comenzar la marcha, comencé a desplazarme como en cámara lenta y algo robótico, un bosquejo de sonrisa debe haberse marcado en mi rostro.
Me concentré en la búsqueda de algún local donde comprar algo que saciara la sed que me había surgido por el humo del cigarrillo. Cercano a mi posición una botillería de un fulgurante letrero verde y letras blancas me incitaba a adquirir algo para beber. Pasé, no era primera vez que lo hacía, se encontraba vacía y sin saludar pedí dos latas de cerveza. Pagué, agradecí y me retiré.
La tarde había transcurrido, ya me encontraba sumergido en la noche de la Ciudad, no tenía ganas de llamar a nadie, nadie tenía ganas de llamarme. Con las dos cervezas en la mochila me envalentoné a cruzar el puente hacía la Isla. De un momento a otro, me dieron ganas de ir hacia algún lugar que me permitiera respirar la humedad de la noche. La Ciudad otorga el verde que no es tan verde entrada la noche. Llegué a un parque cercano a una especie de laguna, me agradó la agresiva insistencia del pequeño bosque en confrontar su poderío sonoro al de las bocinas y desplazamientos maquinales. Sumergido en el espacio, busqué algún lugar sombrío que permitiera verme las manos, saqué una lata y la bebí raudamente contemplando el puente a medias que se presentaba frente a mi vista. Me recosté un momento observando sobre mí el espectáculo de las copas de los árboles. El viento, inquilino de honor en la Ciudad jugaba con las ramas lanzándolas de un lado a otro, con ímpetu, severidad y ternura, como la madre que no sabe serlo que castiga y se castiga. Pasé un buen momento contemplando el ir y venir estático de los árboles, cerca de mí algunos grupos de personas bebían y dialogaban, a ratos gritaban las palabras, en otros las cantaban.
Me quedaba la última lata, la hora ya era entrada y no tenía dinero en los bolsillos ni en ningún otro lugar. Estaba ansioso, deseaba relatar todo, incluso cuando inhalaba y exhalaba. Crucé el puente de vuelta, con una idea en la cabeza que no era ésta. Casi al llegar a la mitad, me di cuenta que estaba sólo, nadie lo cruzaba conmigo, ni delante ni atrás; también me percaté que mi vista no alcanzaba a visualizar ningún auto. Lo que realicé no fue debido a la cerveza, más se lo otorgo a mi ansiedad. Con cautela me puse del lado externo a la baranda de contención, es decir por fuera, si es que alguna vez estuve dentro. Desabroché mi pantalón y los bajé, y afirmándome con ambas manos hacia atrás a la rejilla fui el hombre más libre de la noche en la Ciudad orinando al Calle Calle sin siquiera sujetar mi miembro. Alguna otra persona tal vez, hubiese gritado de felicidad, yo me contuve a hacerlo pestañando pesada y lentamente, escupiendo el resto de saliva que me quedaba en las muelas. Terminado el acto, y caminando los últimos metros del puente me pregunté si todo el día confluyó para que llegase a tal lugar a realizar la meada circense, y no me quise responder por el miedo que le tengo a los payasos.
El frío no me limitaba, más creí necesario buscar refugio y compañía. Tomé el teléfono y realicé una llamada. La respuesta a mi interrogante fue positiva y al cabo de unos minutos me encontraba sentado en la cama, que por cierto no era la mía. Me preguntó que había hecho y respondí como lo hago siempre, desinteresado y en voz baja. Me preguntó si quería quedarme y contesté que sí, también en voz baja. Y con la última frase que era necesario decir aquella noche antes de dejar de hablar, le conté que a lo mejor escribía sobre la noche de hoy.
Que ya fue la de ayer, la de mañana o la de nunca.

                               Equeco 

Con el zumbido del viento en mis oídos
Con el zumbido del viento en mis oídos,
Que no es eco ni resonancia, sino
Clamor del tiempo y gorjeo de aves,
Deambulo taciturno, con el paso perdido.

Oscuro y lagañoso veo caer estrellas
Marchitas del cielo,
Y el suicidio de los pájaros volando
Hacia el sol.

Con la saliva amarga de tanto tragar
Besos insomnes, la boca, mi boca
Enmudecida me maldice las entrañas
Agusanándome la tráquea.

¿Qué días de silencio atoran mi Ser?
¿Qué artilugio del inconsciente me tiene
en esta calamidad?
Suspiro con olor a pánico.

De la habitación emana brisa a
Insecticida, que sirve de incienso para
Mi alma dolida, constantemente
Marchita.

Oh días de antaño, salgan de su
Reminiscencia, ayuden a mis tenebrosos
Sentidos parcos a saborear la pulpa
De primaveras lúdicas.

O al menos dejen mi alma en paz,
Que en constante descenso hacia el vacío,
El golpe en la caída despierte o desaparezca
Los domingos de añoranza con olvido
Y olvido.
               
                               Equeco

Complejidades
Hay complejidades de diversos tamaños, las macro complejidades se debaten en macro salones por gente macro idiota. Las pequeñas complejidades que aquejan a este simple ente miope son de índole extraña. Y es que lo dificultoso de mi día se centra en no poder leer poesía en silencio con la voz de otra persona cuando mi voz interna ya me deprime y se desmorona a pedazos dentro de mis vísceras. Lo dificultoso de mi día es llevar el conteo de los pasos dados en el día debido a que siempre creo que la  pierna derecha es la que más camina y que la izquierda en algunas ocasiones lleva un número abismalmente menor que su compañera. Lo dificultoso del día es lidiar el día entero con dolores  óseos que se enfocan en morderme la espalda, las caderas, los pies. Sufro de ellos como lo haría un anciano demacrado y deforme, postrado en su cama tumba, con la diferencia que yo aún puedo correr o simplemente ignorarlos. Lo dificultoso de mi día es recordar mis pesadillas y mis sueños, traer a mi conciencia el detalle más ínfimo de lo sucedido en la estadía onírica. Cuando despierto ya no queda más que una vaga reminiscencia de un rostro o un paisaje, más lo que prevalece es la sensación, el pánico con el que me despierto a media noche encarcelado en la oscuridad o la serenidad del despertar soleado color madera.  Lo dificultoso de mi día es la invención, la añoro y planifico más me resulta tormentoso y complejo llegar a conseguirla. Blasfemias, gárgaras, arañazos, roces. Amplios bosquejos que no conducen finalmente a una cercanía de obra. Mientras más me propongo una creación, más siento que se desvanece en turbia neblina cargada de buitres hambrientos, agazapados olfateando la idea, ágiles para devorarla y no dejar ni la osamenta. He aquí una de las complejidades principales. El traspaso verídico de experiencia sensitiva/razonable hacia el plano lingüístico. Los símbolos que nos permiten la comunicación pueden tornarse en nuestros más ingratos demonios, transformando en herejía toda parrafada veraz. Se debe ser absolutamente cuidadoso en la utilización de las palabras, aves hambrientas cazadas al vuelo, para que una vez tumbadas en el papel, no puedan alzar el vuelo nuevamente, pero conserven su cuerpo y calor en la composición.

                               Equeco




Con el zumbido del viento en mis oídos
Con el zumbido del viento en mis oídos,
Que no es eco ni resonancia, sino
Clamor del tiempo y gorjeo de aves,
Deambulo taciturno, con el paso perdido.

Oscuro y lagañoso veo caer estrellas
Marchitas del cielo,
Y el suicidio de los pájaros volando
Hacia el sol.

Con la saliva amarga de tanto tragar
Besos insomnes, la boca, mi boca
Enmudecida me maldice las entrañas
Agusanándome la tráquea.

¿Qué días de silencio atoran mi Ser?
¿Qué artilugio del inconsciente me tiene
en esta calamidad?
Suspiro con olor a pánico.

De la habitación emana brisa a
Insecticida, que sirve de incienso para
Mi alma dolida, constantemente
Marchita.

Oh días de antaño, salgan de su
Reminiscencia, ayuden a mis tenebrosos
Sentidos parcos a saborear la pulpa
De primaveras lúdicas.

O al menos dejen mi alma en paz,
Que en constante descenso hacia el vacío,
El golpe en la caída despierte o desaparezca
Los domingos de añoranza con olvido
Y olvido.
               
                               Equeco






Amaia contra el mundo
Amaia es obligada a vivir…

Observa atenta cada mueca del mundo,
No comprende si quiera un color derramado,
Se sorprende con el ruido del miedo.

Abre lo más que puede sus dos universos negros,
Para buscar el ser y el sentido de su existencia.
Empuña con fuerza sus proto-manos,
Como reprobando al mundo agrietado que la recibe.

¡Y llora pidiendo de vuelta el cálido silencio!
¡Y grita rechazando el contrato social que está obligada a firmar!

Amaia, te veo tan indignada,
Escondida entre las ramas de tu madre.
Te siento tan desolada,
Indispuesta a caminar por el camino único que se te presenta.

Y estas en lo cierto,
Tienes razón en tener miedo…

                               Golondrio


A: Gustavo@voeliso.com
Éramos dos  postes de luz contiguos
Que corrían tras los emails de los centros de inteligencia militar
Para interceptarlos y leerlos hasta dormirnos de asco al amanecer.
Fastidiosos como audífonos enredados,
O mejor dicho como planetas borrachos dando bote,
 Cambiándole el look a la constelación.

Traviesos pero llorones;
No nos importó hacer una pataleta en público
Cuando nos dejaron plantados los ideales en el bar siglo xxl
-que sitio más desagradable
Hasta el vino tenía gusto a neón.-

Y ahora que no te veo en las pasiones humanas
Ni en las necesidades biológicas
Vale rayar por todos los paraderos;
Que no hay adaptador que me configure
A realizar nuevamente aquellas cosas que hacíamos  juntos.
Pero sé que era necesario que te extrajeras,
Lo entiendo tanto como a tu-humor tolueno,
Y es lógico, siempre hemos compartíamos el mismo sistema operativo.

                               Golondrio


Cinismo
El corte profundo y el brazo derecho no alzado. La sangre brota cándida y se olvida, miro abrumado  mi muñeca tímida, avanzo sin retractarme, un poco más y adiós a esta era aberrante.   Prosigo con exaltación por mi pronta y anhelada muerte, espero y resuena mi yo asustado, mi alma se aferra.  De un puto susto solté la hoja, la navaja cortante choca en el piso soltando un gemido de campanilla. Me entrego a la excitante efervescencia  del azar mientras mis dedos tiritan empalidecidos. Miro, la sangre mancha con su habitual escándalo, el arrepentimiento sabe a metal en la boca. Los jugos ardientes de mi cráneo expulsan su terrible inconsistencia. El arrepentimiento sabe a carne ultrajada,  a lágrimas de tristeza y rabia de pobres hambrientos.
                               Tespis

Gracias por venir
Miraba el agua del rio mientras cruzaba el puente con las manos en los bolsillos, palpando el tiempo que me sobraba y que se escondía entre las pelusas de las costuras. El  agua cristalina y verdosa ondeaba incesante y el sol se reflejaba mágico. En ese andar azaroso un viento empujo mi rostro y cuerpo hacia un costado, un viento cálido que anuncia el verano y la dicha. Me sacudió el semblante con sorpresa mientras una sonrisa nacía bonita en mis labios, la inocencia de la brisa me colmaba de una alegría inconsciente. Mientras este gesto sorpresivo saltaba a la realidad, mis ojos, que contemplaban la majestuosa calma del profundo rio, ahora enfocaban con afán la presencia de una señorita distante. A lo lejos su vestido gritaba un lila que devoraba la luz del sol, dos hombros estáticos y firmes junto a una cabellera larga y errante que danzaba con la ventisca. A medida que sus pasos se acercaban a los míos mi sonrisa  se desvanecía. A   metros  observe los detalles de su rostro, los labios cubiertos de un rojo ardiente, su piel brillaba con el sol y la ventolera que nos azotaba por igual levantaba levemente su vestido exhibiendo a la par sus tobillos finos y blanquecinos. Mientras los segundos y los centímetros pasaban mi corazón se inquietaba, la vista asustada volvió a sumirse en el rio y su brillo ficticio. Disimulaba mi timidez y mis ojeras  hasta que la curiosidad me mato rauda. Volví las pupilas hacia su imprudente existencia y sus corneas chocaron con las mías, ahora el corazón subió a la garganta y en ese instante fugaz y vulgar encontré la profundidad de un océano, infinitos ojos verdes me cruzaron cual lanzas mirando más allá de mi carne.  El rio, que ahora parecía opaco y distante, acompañaba la imagen con una simetría exorbitante, aunque los reflejos del sol no alcanzaban el brillo de esta muchacha y sus ojos marinos.
                               Tespis

Pareidolia
Voy a darte el cielo aunque no me pertenece, te entrego el sol con su fructífera y eternal energía. Sabio alimentara tu sangre, que es la misma que incinera mi angustia cuando por amplio tiempo mis manos vacías transitan sin ti. Nace una rama curvada en la cara a la altura de los labios, te miro y brotan las hojas, las de nuestra felicidad momentánea pero perfecta, ese calor contenido en tu envase de madre y tu alma de fénix. Las flores surgen más tarde con el cariño y la bondad del tiempo. Mi agonía se marcha, pronto hay pa` fumar me digo y suena chistoso.
                               Tespis


Cuaderno
¡Como si ya no tuviera donde ir!

Aunque duerme lejos, vive,
pero no puedo fingir!
Pues se están quemando las hojas
donde mis venas se hicieron sentir.

Enraizado por tormentos, bosques, por mi país.
Y en mi espalda pasa el peso,
pesa el peso de ti.
Cuaderno, vuelves a tus raíces
donde merecer vivir.

En lo cotidiano,
en el centro y en lo humano,
en las distracciones, elogios y emociones.
Por las que rio, reí, reiré.
Por las que lloro, lloré, lloraré.
Por la fuerza que hizo tus brazos salir.

Más allá de la tinta y las hojas
que me otorgaron libertad
se libre pues te toca reír.
y sobre todo gracias,
por hacerme escribir.

                               Lak Ant







Imposible
Imposible,
es imposible poder crear
en un mundo de estructuras.

Imposible,
es imposible poder observar
la naturaleza si no figura
como un concepto elemental
cuando se nace.

¡Más plantas sobre la cuna!

¡Menos sordos y más dudas!

¡Que a peces gordos le salgan arrugas
en los dedos de tanto contar facturas!

¡Menos abusos bien dijo el cura!

¡Qué ha hecho mucho y se lo calla!

¡Cuántos abusos tras la sotana!

!Un hombre de lujos gana medallas!

Imposible,
a lo imposible
le ruego que le crea.

Ya que es posible no creerle
a lo imposible aunque se vea
representado en lo tangible
como el sonido de las corcheas.

¡Peor es convencerse
que salió bien de pura cue'a,
que si salió bien es un milagro
y no tu idea!

                               Timplora







Sueño verde
¿Tras deslegitimar al árbol
el humano en quién piensa?
Si lo tiene atosigado bajo el mármol
creyendo que plazas son moralejas.

¿Tras sembrar, cortar y quemarlo
del hermano verde no se aleja?
El solo pretende enseñarnos
que vivir juntos se llama naturaleza.

Que en justa medida usarlo
es hilar finalmente el rompecabezas.

Su rol también es otorgarnos
sombra, aire y tinte de belleza.

El drama ahora es que don árbol
se hartó de nuestra terqueza
y con ramas firmes se alzó gritando:

"Ser humano me avergüenzas!
Te pintas de color inocencia
creando parques y plazas
controlados por tu ciencia!"

Tranquila y quieta eran las apariencias
de los árboles y plantas en las mesetas.
Pero luego de este desenfrenado abuso
se enajenaron de tantas insolencias,
así de pronto todos se revelaron
destruyendo nuestras futuras herencias:
casas, autos y demases,
rimas, versos y compases,
primas, hijos y linajes.

¡Que el humano se arrepienta!

Instantáneamente alguien me despierta
golpeando y golpeando la puerta
(la que claramente es de madera).
Luego al abrirla veo que mi madre era
consolándome pues este sueño
(o pesadilla, como usted quiera)
de vivirlo alguien ella fue la primera.
Y su consejo más que calmarme
me dejo claro que perderíamos la pelea,
se acercó y un comenzó a susurrarme:

"mira tu patio y dime...
cuantos arboles la revolución esperan..."

                               Lak Ant


16/04/15
He pensado mucho como para declararme inocente, y hoy escupiré sin represión, para ver si los lejanos me atienden, para ver si los necios como yo se toman el tiempo de reflexión. Y si en la desesperación de los bullicios alzo mi grito, será para liberar el dolor de la tierra de este mundo que consideran chico, porque el necesito se convirtió en creencia, y sin resistencia matamos la vida en idiotas cuatro hitos. Qué violencia, el primero y el último fue renegar en los corazones, y ahora sin orientaciones camina el espíritu perdido, pero más ido anda el humano que no fluye, lo que toca destruye, y si huye en busca del palpitar, el espiral lo sacude sin sentimientos de nostalgia. Porque el segundo y los segundos son guerra, y cómo no lo han de ser, si la hoguera vive encendida, del día a la noche, de la noche en día. Rían, pero es cierto, y no hay que mirar el cielo ni a la virgen María para que se manifiesten los supuestos, sino buscar en la misma sangre de nuestras viejas heridas llanas. El tercero es el mañana, o más bien fue, porque el mañana ahora es ayer, que se extravió sin querer en el silencio de los que están dopados. Yo también lo estuve una vez, y a veces creo que lo sigo estando, a pesar que he abierto los ojos en tantas ocasiones, y me la he pasado observando en busca de muchos otros ojos que comuniquen, que sin palabras prediquen el canto desgarrado de nuestro dios. Y ahora he dicho dios, pero no tengo miedo que me miren como a un loco, pues no hablo de gracia suprema ni de sueños rotos, sino del orden que poco a poco va tomando caminos equivocados, que asesina por supervivencia, que muere lentamente.
Y ahora si quieren, ignoren lo que he dicho, pues yo sólo quería compartir una sincera opinión.

                               V.T



Volando cayó en cuenta de la pequeñez de su universo, de la ironía de lo infinito.
Siguiendo el camino marcado por las pisadas de los eternos antepasados advirtió el instinto gregario. Y de que el eterno fragmento de totalidad que la habita nunca se colmará. Se percató de que la verdadera victoria no es seguir corriendo, sino que reside en encontrarle un sentido a nuestro andar absurdo.
Ahora que me encuentro parada en medio de la calle, que los autos chillan y que ya ni reparo en quién me he convertido, me pregunto: ¿Me acompañas?

                               Diana O.






Gota que rebalsó el vaso
Un vaso repleto de agua
se encuentra posado sobre la tierra.
Las gotas desde enero entraban
como río que corre a mojar la arena.

El vaso de apoco a su tope llegó,
liberando despacio las cadenas
del agua que mojaba y mojaba
haciendo al vaso romper sus reglas.
Romper durante largas conversaciones
mediante preguntas a las que no tengo respuestas,
preguntas directas hacia los errores
de quien recibe el agua con el alma dispuesta.

Mientras se llena el vaso de sensaciones
en la tensión superficial se nota
que al agua anda por los bordes,
que para rebalsarse le falta una gota.

Bordes del vaso hechos de hormigón de acero
ven desde lo alto caer desde el cielo
la gota indicada para hacer escurrir hacia el suelo
el agua contenida en estos tiempos de miedo.

Gota sublime color alas de ángel
humectaste la tierra donde el cuerpo guardaba
el amor de pareja como creencia anciana.
Irrigaste con tu alma esta árida tierra
donde yo vestido de semilla actuaba
con petulancia y en mis ojos ceguera.

Ahora que mi alma fue tocada por ella
por ti gota brillante de constelaciones viajeras,
ahora que mi alma fue tocada por ti
mujer esbelta de sonrisa en los pómulos,
de mirada suave y certera
eres gota idónea para hacerme sonreír,
es decir, ser feliz en esta era.

Gota, me haces sentir que te quiero
por dejar la opción
por darme la opción de brotar
apoyado en tus brazos también en los sueños.
Gota, botamos el vaso de tanto esmero
pues la semilla ya no es solo un brote;
ya rompió el suelo.

Ahora luces,
ahora lucimos nuestras ramas
Apuntándolas hacia el cielo,
pues es ahí es donde apunto
cuando en el futbol celebro.

                               Lak Ant


Mañanas
Cuando dan las siete en punto de la mañana, suena el tenue despertador. Se escuchan dos quejidos y un lamento antes que se encienda la lámpara de la mesa. Un poco menos de 10 segundos tarda el hombre en levantarse de la cama, e ir a la cocina para calentar el agua que cebará el primer mate del día.
Mientras hierve el agua, el hombre vuelve a su pieza para desnudarse, y con frío vestir sus ropas del día anterior. Muchas veces éstas huelen mal, pero a él ya no le importa, finge creer que su colonia barata logra ocultar su desinterés humano.
Aún en calcetines, el hombre se sienta silencioso a tomar un breve desayuno, un sobrio pan y un azaroso engaño a la barriga. Cuando repentinamente bosteza, lo hace mirando hacia afuera, como si algo buscase a través del intermediario vidrio. Pero nada mucho ve en aquella sucia ventana que sólo deja mostrarle la brillosa oscuridad mañanera.
Son en esos momentos cando el hombre se queda, esperando que detrás de la rendija, algo pase: el vuelo de un pájaro aún adormecido, la puntualidad de las primeras auroras, o cualquier bendita intromisión.

Pero nada, las mañanas son casi idénticas unas de otras.

Entonces entra al baño, cepilla sus dientes, y sólo si se acuerda lava de su cara los rastros de un interrumpido sueño. Antes de salir, permanece observándose frente al espejo fijamente a los ojos, como si con el peso de su mirada pudiese hacer hablar a quién atrás se esconde.

Pero nada, las mañanas son casi idénticas unas de otras.

Entonces el hombre ata sus cordones, recoge su mochila y sale presuroso de su casa. En el camino saca su chauchero, cuenta las monedas para el pasaje y coloca los ciento cincuenta pesos en su bolsillo izquierdo. Si la mañana llueve, camina con rápidas pisadas y la mirada gaucha, pero si no, un espino y pensativo aire lo hacen andar. Mientras espera la micro, mira la hora y calcula cuánto se demorará, mira también los cielos y piensa sobre el clima. Al subirse saluda al chofer, paga y a veces, da las gracias. Luego busca un lugar donde pueda sentirse cómodo para dar rienda suelta a sus infinitas mediaciones, por lo general un esquinado asiento al fondo de la micro.

He ahí el flujo de la dispersión. Y entonces no puedo yo contar la historia de los días y de las noches de este hombre de rutinarias mañanas.


                               Zacarías Flores


El ocaso de la humanidad
De más está decir que, lo que estoy a punto de declarar, no es más que la opinión personal de un humano transformado en persona, sometido por el sistema.

Me gustaría comenzar por aclarar un punto clave sobre la idea central: la libertad.

El concepto de libre albedrío va de la mano con el control sobre las grandes fuentes de incertidumbre presentes hoy en día en el mundo de la física. Lo que quiero decir con esto es que, o el humano carece de libre albedrío, o bien tiene control sobre la incertidumbre que afecta la existencia de cada partícula en nuestro universo, o al menos sobre aquellas que nos definen como seres humanos. De misma manera, cabe decir que la carencia de libre albedrío es incompatible con la idealización de este mismo, o sea, sería absurdo considerar que carecemos de libertad si somos capaces de darnos cuenta de que esta es factible. Asumimos que la mente humana (y todo nivel de conciencia animal) trasciende en términos prácticos la existencia inanimada de la materia. Digamos entonces que, de no ser por la conciencia, más precisamente la mente humana (en la cual nos enfocaremos a continuación), el universo tendría una existencia lineal, inalterable, sometida únicamente a los fenómenos variables de nuestro universo, como lo es por ejemplo el movimiento errático de los electrones dentro de un átomo.

Si tomamos en consideración el punto anterior, podemos determinar que a partir de la creación de la conciencia, el rumbo del "destino" se vio alterado por una nueva variable: la voluntad. De no ser por ella, todo lo que nos determina hoy en día como "humanidad" (prefiero llamarle sociedad, ya que de humano poco conserva), sería menos que un sueño. El simple hecho de estar escribiendo en estos momentos sería inimaginable (si es que si quiera pudiésemos imaginar sin ser libres), al igual que el hecho de que alguien, ustedes lectores, reciba este mensaje. Tampoco podría yo esperar que alguna mente iluminada leyese estas líneas, comenzase a pensar, transformase las ideas y compartiese su opinión con otros "humanos" (hoy en día, otras personas). Y ni hablemos de llegar a imaginar el concepto de sociedad. Y no hablo de solo convivir con otras personas, hablo de cultura, de identidad, de proveniencia, de respeto, de todos los valores que podemos apreciar de una sociedad. Mentira. No es solo eso. No son solo valores lo que debemos atribuirle a la voluntad. No. Recordemos todo lo que nos ha otorgado la sociedad, recordemos. Todos los dogmas, todas las ideologías, toda creencia, toda política. La ética, la moral, el "status quo". La democracia, la burocracia, la tecnocracia. Globalizando un poco, el abuso, la guerra, la codicia, la ira, el orgullo. Si no hay riqueza no hay pobreza. Si no hay fuerte no hay débil. Si no hay violador, no habrá violado. Y esto no es solo para nosotros, el "ser humano" de hoy en día, quienes nos cuestionamos sobre lo bien y lo mal que estamos haciendo las cosas. Aplicará para todo aquel que tenga voluntad de ahora en adelante, todo aquel que se cuestione que fue lo que hicieron antes que él, que será lo que el hará por el resto y que espera que el resto haga después de él. Nosotros somos lo mismo, al igual que nuestros antepasados, quienes se establecían sobre el legado de las generaciones más antiguas. Todos fueron colaboradores de nuestra existencia, quienes colaboramos hoy en día para que nuestros hijos, nuestros nietos, nuestro legado, nuestra sociedad, la "humanidad" siga avanzando, de manera voluntaria.

Podríamos ponernos a buscar culpables. Los más soñadores y fantasiosos esperarían algo como un cataclismo producido por el calentamiento global, una invasión zombie provocada por la propagación de un virus de laboratorio, o una guerra mundial contra un grupo de robots rebeldes que cobraron conciencia propia, para así poder atribuirle los males del planeta al progreso "inalterable" de la tecnología, de los avances científicos, prácticas que se alejan de nuestro estado natural como "humanos". Los más resignados y resentidos culparán a la sociedad, a los vicios del humano moderno, a los jefes de estado, a las autoridades religiosas, y junto con los más existencialistas, culparán a la falta de trascendencia que tienen factores tan banales como las leyes, los principios éticos y la sociedad moralista. Pero no debemos olvidar que la voluntad es algo propio de la conciencia, la capacidad de alterar la existencia es única de los animales, más precisamente, de los seres humanos.

El rumbo que toma la existencia no es inalterable, definitivamente. Pero este solo tendrá dos variables a considerar. La tendencia del mismo a cambiar, dada la incertidumbre inherente que implica existir en un universo, o bien, la existencia de la conciencia, la existencia de la voluntad.

No se puede culpar a la sociedad, tampoco se puede culpar a la tecnología, ni menos podemos culpar al mismo planeta. Nos encontramos sometidos únicamente a nuestra libertad. Es el libre albedrío aquel que nos llama hacia el borde del abismo, y somos nosotros mismos, no como sociedad, no como raza humana, sino como individuos, como mentes, como conciencias, únicas e indivisibles, quien decidimos seguir avanzando, más y más, hasta que la caída sea inminente.

Nuestro enemigo es la luz de la humanidad.

                               Prometeo


Frío
Pensar en el frío es sentir sus afilados cuchillos nuevamente penetrando los poros de mi piel,
es dormir con un montón de ropa sobre los pies de la cama,
es teñir de humo el aire en cada exhalación somnífera.
Pensar en el frío es escuchar las goteras cayendo en los platos,
los quejidos de las paredes chillonas, y el rechinchineo maniático de los dientes vecinos.
Pensar en el frío es ver a un perro guacho, a unas patas peladas,
y a unos cartones mojados por la lluvia de otoño.
Pensar en el frío es pensar en la muerte,
en la ausencia del único dios que nos ha dado la vida,
es pensarse viviendo entre las sombras que se ocultan detrás del Sol.
Pensar en el frío es miedo, soledad, monotonía e injusticia,
mentiras, engaños, abusos y torturas.
Pensar en el frío es pensar en nosotros viviendo muertos esta perra esclava vida.



                               Anthóstines

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