15 de octubre de 2014

Hipocresía

Qué mujer más fea. Miren esa nariz gigante, parece unas pequeñas colinas que intentan juntarse a cualquier costo, pero no lo logran. Una escalera. Y negra más encima. Pareciera que todo lo que tuviese alrededor de su nariz y de su boca es un repulsivo piñén acumulado de días o quizá semanas sin afrontar una ducha. Un arduo trabajo. Examinemos sus ojos en más detalles; profundas cavidades opacas, sin expresión, con una gran masa en el sector del párpado - que no debería estar allí claramente por simple leyes de la estética- que sólo afecta su mirada, tornándola patética y somnolienta. Su físico deja mucho que desear, se nota que no ha hecho ejercicio en meses, puede que hasta en años. Tiene esos horribles pliegues en su barriga y en su espalda, generando un efecto acuoso en su polera de color celeste. Es como un monstruo marino. Sus piernas se tocan y sus rodillas también, con sus pies apuntando cada uno para un lado, como un camaleón. Se deduce que tiene un feo caminar. Contextualizo: Está parada allí, en la micro, en medio de la gente, mientras yo la observo con la más dedicación, porque soy un admirador de la estética, ya sea de lo feo o de lo bello. Prosigamos. Su cabello negro, grueso y grasoso le cae sin piedad en su cara, generándole probablemente una escasa visión opacada por esas aceitosas cortinas negras. Me repugna su vestimenta; sus pantalones no son de su talla ya que le quedan inflados en el lugar de la pelvis, como un pañal. ¿ Se dará cuenta cuando sale de su casa ? Sus sandalias baratas me causan gracia. Su esmalte de uña también; no combina con su ropa. El morado con el rojo no combinan. Quizá a ella nada el queda bien, con ese color de piel tan feo que tiene, con manchas más opacas en ciertas partes. Me produce rechazo al instante. Todo su ser es morfológicamente incorrecto.

Y allí viene interrumpiendo mi pensamiento y se acerca, me sonríe y me dice hola , qué como ando, qué tanto tiempo.
Y yo le sonrío y le digo qué si, que me encuentro bien, que mucho tiempo y que coincidencia, y le digo qué está muy linda.

Y ella me dice gracias y se baja de la micro, sonriente.

Eiti Leda 

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