11 de mayo de 2015

Triste parrafada de un niño perdido

Te estoy buscando en los ojos de un perro callejero. Calles oxidadas de la reja desde la que miro. El techo se voló. Yo soy el ojo de la tormenta. Caminando hacia atrás. No hay donde sentarse. Me siento solo. Mi mente se la comió la almohada. Run Run se fue pal norte. No sé cuándo vendrá. Enfermo y lucido el tiempo pasa lento. Trasladome hasta ninguna parte. En una mico lenta. Con ruedas rotas. Pero me hago presente. No huelo a nada. Aunque estoy sucio. Cambio mis lágrimas por monedas. Pero la gente es tacaña. Cae la noche silenciosa. ¿Dónde estoy ahora? Me veo bajo luces artificiales. Luces artificialmente insuficientes. Luces que dejan lugar al vacío. Pero el vacío está en mí. ¿Dónde estás ahora? Se trasluce mi cuerpo como agua. Mi cabeza repite siempre distinto. Dos caminos encontré para matarme. No puedo recorrerlos solo. Pero estas palabras se pierden. Por los siglos de los siglos. Rezo para que mañana sean cenizas entre lo que no fue. Amén.


Mandu

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