11 de mayo de 2015

En tus Manos yace mi Cruz

Victoria, llamada por los insumisos al caer la noche,
invocaciones del tercer mundo para hacer de tus ojos mi mejor pluma,
placer inherente al revés y al derecho, cuán dulce agonía aflora,
si te dijera la verdad, nuestros cuerpos amantes serían como el sudor que se esfuma.

Pero el dominio de la tierra es tuyo y no puedo arrebatarlo,
escondidas cartas te entregaría por debajo de tu puerta,
¿manchemos con sangre las bellas telas en tu regazo?,
¿anidemos presurosos los inicios básicos de la humanidad ya muerta?

Sinfonía Belial que deseo tocar como experto de este arte,
déjame bailar, al son de las cuerdas satánicas de tu alma,
fría dama, dame, dudas para querer desnudarte,
pero la verdad es que no tienes amos, sólo esclavos quienes esquivos te aman.

¡Haz turismo en este espacio! Creo que puede interesarte más de lo debido,
tardía mis letras escriben pensamientos anillados en tu piel,
prohibidos los desvelos por vistas a tu figura, majestuosidad del eterno principio,
visítame pronto antes que cupido suelte el anzuelo, al cual tímido mis sueños conté.

No logro controlarme, y es por culpa tuya que vuelvo a ser animal y no sensato,
si pudiese decirle algo propicio a tu deidad, sería que amo tu mal trato,
contigo he creado mi propio mundo, donde el dinero vale menos que hablar
y el día se hace noche cuando la luna ve al sol llegar.
,
Podríamos hacer muchas cosas juntos, inimaginables,
crearíamos novelas donde no hay delito al pecar,
saltaríamos conversos, lagos de estrofas sinuosas como simples amantes,
pero no me dejas, sárdica eres ahora en tu mirar.

Para poder cantar tus propias reglas, tengo que hacer lo inevitable,
explícito tengo que matar a todo lo que quiero por delante,
violaré aquello por lo cual he sido el peor Judas de la historia,
ayúdame, que quiero ya poder abrazarte en mi memoria…

Me causa risa incontenible el odiarte en demasía,
y me provoca odio inescrutable esa risa tuya, propia de mujer fingida,
tratemos que el amor sea el sueño de nuestras húmedas fantasías,
para que la juventud revele calma diestra a tus pies, dulcinea herida.

El bálsamo placeriano abre paso a todas las historias que el destino quiere,
más increíble es la prudencia habitual del desolado,
¡¡Dame más y más que quiero beberte!!
quiero seguir anunciando promesas en tormentas, pero ahora de tu mano…


Víctor González


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