30 de mayo de 2015

Más allá que el antes de ayer

Las imprecisiones quedaron obsoletas,
y una vez más, vivo con la mochila apareada a la espalda,
los días son fines antagónicos,
y el reloj dice marcar el presente exacto.
Doy la primera pisada y ya me esperan los cañones,
de pie bailan en mi perseverante renuncia,
celebran llorando la llegada venidera.
Un dos tres por el camino que nunca brota,
mal de las piernas ficticias que ya se cansaron,
aquí en el más acá, todo es posible,
brillan los colores, burbujean los inquisidores,
y el pensamiento arrepentido, la horca se lo lleva.
Así que atentos los detectives encajavidas,
un comienzo sin final, es un eterno espiral.
Por ende, que no se piensen equivocaciones
YO NO SOY POETA,
YO NO SOY UN REAL ESCRITOR,
Pero eso no significa que lo que he escrito sea falso,
que sean simples papeles que naufragan en el inevitable derrame.
No,
al final esto es la misma sangre,
son los mismos brotes de mi vida.
Y lo que florezca después, es historia aparte,
que si grito a oscuras, es porque no hay luz,
y gritando creo poder ver,
y veo,
casi todo tan claro como el agua.
Y si en un pasado le canté al amor,
fue porque estaba enamorado,
o por lo menos creía, o quería, estarlo,
si de chico siempre me decían que amar no cuesta nada.
Pero costaba.
Costaba como las membranas que he ido desprendiendo de mi piel,
esas hojas que sin el otoño, también han caído.
Cortándose, trizándose, integrándose.
Estas hojas, estas hojas son el mosaico de mi cuerpo,
son los suelos que acogen mis bosques.
Soy yo y ellos,
soy la cueva del zorrillo, soy el nido de mis arañas,
soy todos los pantanos de los sin pies que se retuercen en el barro.
Soy todos ellos y soy ninguno,
ya que la Impermanencia y el Desapego han desfigurado mi cara,
y la única suerte que me queda,
es que el corazón siga intacto.


V.T.