N.G.
25 de mayo de 2015
Cigarro
Ese era mi problema. Lo vi tirado en la tierra a un costado de la calle, derrotado, acabado, consumido por dentro. Sentí las pisadas sobre sus vísceras como si me apretaran las costillas, como si ahogaran aquel grito ficticio de eternidad. Su cabeza estaba totalmente ensangrentada, teñida de olvido y coloreada de un efímero placer irrepetible. Se había convertido en basura de por vida, sin derecho a sepultura. Incluso presencié como aquella asesina le regaló apenas unos minutos para conversar algo sin sentido y luego despedirse, lo dejó y se fue sin mirar atrás. Ese era mi problema me puse a pensar, cuantos más como él en este sucio parque. Santiago estaba lleno de cigarros desalmados pero este sin duda tenía el lápiz labial tatuado.
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