30 de mayo de 2015

Más allá que el antes de ayer

Las imprecisiones quedaron obsoletas,
y una vez más, vivo con la mochila apareada a la espalda,
los días son fines antagónicos,
y el reloj dice marcar el presente exacto.
Doy la primera pisada y ya me esperan los cañones,
de pie bailan en mi perseverante renuncia,
celebran llorando la llegada venidera.
Un dos tres por el camino que nunca brota,
mal de las piernas ficticias que ya se cansaron,
aquí en el más acá, todo es posible,
brillan los colores, burbujean los inquisidores,
y el pensamiento arrepentido, la horca se lo lleva.
Así que atentos los detectives encajavidas,
un comienzo sin final, es un eterno espiral.
Por ende, que no se piensen equivocaciones
YO NO SOY POETA,
YO NO SOY UN REAL ESCRITOR,
Pero eso no significa que lo que he escrito sea falso,
que sean simples papeles que naufragan en el inevitable derrame.
No,
al final esto es la misma sangre,
son los mismos brotes de mi vida.
Y lo que florezca después, es historia aparte,
que si grito a oscuras, es porque no hay luz,
y gritando creo poder ver,
y veo,
casi todo tan claro como el agua.
Y si en un pasado le canté al amor,
fue porque estaba enamorado,
o por lo menos creía, o quería, estarlo,
si de chico siempre me decían que amar no cuesta nada.
Pero costaba.
Costaba como las membranas que he ido desprendiendo de mi piel,
esas hojas que sin el otoño, también han caído.
Cortándose, trizándose, integrándose.
Estas hojas, estas hojas son el mosaico de mi cuerpo,
son los suelos que acogen mis bosques.
Soy yo y ellos,
soy la cueva del zorrillo, soy el nido de mis arañas,
soy todos los pantanos de los sin pies que se retuercen en el barro.
Soy todos ellos y soy ninguno,
ya que la Impermanencia y el Desapego han desfigurado mi cara,
y la única suerte que me queda,
es que el corazón siga intacto.


V.T.







25 de mayo de 2015

Santiago

Santiago, Santiago. Frío Santiago mientras camino en dirección al paradero. Mejor tomo el metro, más calentito... Quizás ya cerró. "Los Presidentes" no es una estación cualquiera, creo que acá la mayoría de mis compañeros de universidad se perderían o desorientarían. Está más helado que la cresta y aún no recuerdo por qué estoy en este lugar. A veces hago cosas que no tienen mucho sentido, como tomar la micro equivocada, pasarme de Santa Isabel en el metro, ponerme a escribir cuando no tengo ganas o fumarme un cigarro en menos de 40 segundos (contados con los dedos). Anoche, por ejemplo, la llamé para decirle cuanto la extrañaba pero antes de que pudiese contestar le corté. También compré una botella de agua mineral... Sí, agua mineral y sin gas. Qué mierda, pensé. Podría haber tomado agua de la llave e imaginármela con algún sabor estrambótico (palabra culeada). Setecientos pesos a la basura, igual estaba heladita. A veces hago cosas sin sentido en esta ciudad, como creer férreamente que algún día despertaré y no habrá desigualdad ni pacos sacándole la chucha a los cabros hasta matarlos. Hoy presioné, con esa ilusión de pendejo de diez años, el botón para que el semáforo cambiara de rojo a verde. Por supuesto, no cambió. Nada cambió. Bueno... Algo sí cambió. Mientras estaba sentado en el piso entumeciéndome la raja y escribiendo esto, un niño pasó por al frente mío y se interesó en mi cuaderno, luego le levanté las cejas en señal de saludo y él correspondió, sin soltar la mano de su mamá. Listo, estoy pagado por hoy.

N.G. 

Cigarro

Ese era mi problema. Lo vi tirado en la tierra a un costado de la calle, derrotado, acabado, consumido por dentro. Sentí las pisadas sobre sus vísceras como si me apretaran las costillas, como si ahogaran aquel grito ficticio de eternidad. Su cabeza estaba totalmente ensangrentada, teñida de olvido y coloreada de un efímero placer irrepetible. Se había convertido en basura de por vida, sin derecho a sepultura. Incluso presencié como aquella asesina le regaló apenas unos minutos para conversar algo sin sentido y luego despedirse, lo dejó y se fue sin mirar atrás. Ese era mi problema me puse a pensar, cuantos más como él en este sucio parque. Santiago estaba lleno de cigarros desalmados pero este sin duda tenía el lápiz labial tatuado.

N.G. 

21 de mayo de 2015

ǂ

Perplejo, pero el futuro se ríe
De este cuerpo mío, paralizado y temeroso.
Perplejo camino sobre mis pies errantes,
Que son lo más próximo a la Tierra
En esta larga vuelta a casa.

Como si de enfrentar lo más espantoso
Se tratara, aunque mi piel no ha empalidecido,
Pero mi mente se ha resquebrajado.
Huyo de aquella, que no es solo causa,
Sino mil pedazos de un espejo en el aire,
Imposibles ya de reunir.

Solo habrá que salvar el rostro reflejado.
Llorando todo lo que pueda, porque nadie
Vendrá a hacerlo. Ni el tiempo
Por el mero tiempo, ni ella en su llegada
Ni otra cosa que me haga variar de asunto.

Las fisuras se corrigen y ahí es donde yace la vida.
Son las manos las que rescatarán su cara,
Es el silencio el que rescatará las palabras.
A puertas cerradas, solo a puertas cerradas
Vendrá la solución (o el problema).
Mil estrellas habrán caído para nacer.

Entonces nada es en vano,
Y por eso este cuerpo servirá de algo.
Ni el desasosiego ni todos los cordones restantes
De una sola cara visible serán olvidados.
Porque la posterior memoria
Solo sabrá de fisuras reparadas,
De nuevos y sólidos cimientos.

La inquietud inmediata se torna compleja
En este espacio reducido de poca luz
Y hervor. Cólera.
En esta pequeña calle abandonada,
Porque así lo he querido,
De luces anaranjadas que de a poco comienzan
A apagarse.


Pero la esquina parece estar iluminada.


jvv

5 am, habitación Santa María

Tendría que acabarse todo
Desde la boca de tu estómago, así
Sin más, viéndome viajar al fondo
De aquel vaso que se precipita
A morir.

Tendrían que nacer las cosas nuevamente,
A cambio de caer rendido
Ante el yerro, la masa
Y un tinte gris que se impregna
En mis párpados y dedos.

Tendría que ser, después de esto,
La balsa que naufraga,
En medio de un mar furioso,
La que ha de venir
Y salvarme.

Tendrían que apagarse las miradas
Que me encandilan a pesar de la niebla.
De madrugada, y un pilar
Entero de amargura se erige
Sobre mi pecho.

Tendrían que sobrevivir los barnices,
Opacos ya de esperar,
Y de cubrir la cara distante del sol.

Que ya no es sol,
Sino mi cabeza degollada
Por la navaja de siempre.


jvv

20 de mayo de 2015

...

Volando cayó en cuenta de la pequeñez de su universo, de la ironía de lo infinito.
Siguiendo el camino marcado por las pisadas de los eternos antepasados advirtió el instinto gregario. Y de que el eterno fragmento de totalidad que la habita nunca se colmará. Se percató de que la verdadera victoria no es seguir corriendo, sino que reside en encontrarle un sentido a nuestro andar absurdo.
Ahora que me encuentro parada en medio de la calle, que los autos chillan y que ya ni reparo en quién me he convertido, me pregunto: ¿Me acompañas?


                               Diana O.

A: Gustavo@voeliso.com

 Éramos dos  postes de luz contiguos
Que corrían tras los emails de los centros de inteligencia militar
Para interceptarlos y leerlos hasta dormirnos de asco al amanecer.
Fastidiosos como audífonos enredados,
O mejor dicho como planetas borrachos dando bote,
 Cambiándole el look a la constelación.

Traviesos pero llorones;
No nos importó hacer una pataleta en público
Cuando nos dejaron plantados los ideales en el bar siglo xxl
-que sitio más desagradable
Hasta el vino tenía gusto a neón.-

Y ahora que no te veo en las pasiones humanas
Ni en las necesidades biológicas
Vale rayar por todos los paraderos;
Que no hay adaptador que me configure
A realizar nuevamente aquellas cosas que hacíamos  juntos.
Pero sé que era necesario que te extrajeras,
Lo entiendo tanto como a tu-humor tolueno,
Y es lógico, siempre hemos compartíamos el mismo sistema operativo.


                               Golondrio

Amaia contra el mundo

Amaia es obligada a vivir…

Observa atenta cada mueca del mundo,
No comprende si quiera un color derramado,
Se sorprende con el ruido del miedo.

Abre lo más que puede sus dos universos negros,
Para buscar el ser y el sentido de su existencia.
Empuña con fuerza sus proto-manos,
Como reprobando al mundo agrietado que la recibe.

¡Y llora pidiendo de vuelta el cálido silencio!
¡Y grita rechazando el contrato social que está obligada a firmar!

Amaia, te veo tan indignada,
Escondida entre las ramas de tu madre.
Te siento tan desolada,
Indispuesta a caminar por el camino único que se te presenta.

Y estas en lo cierto,
Tienes razón en tener miedo…


                               Golondrio

Complejidades

Hay complejidades de diversos tamaños, las macro complejidades se debaten en macro salones por gente macro idiota. Las pequeñas complejidades que aquejan a este simple ente miope son de índole extraña. Y es que lo dificultoso de mi día se centra en no poder leer poesía en silencio con la voz de otra persona cuando mi voz interna ya me deprime y se desmorona a pedazos dentro de mis vísceras. Lo dificultoso de mi día es llevar el conteo de los pasos dados en el día debido a que siempre creo que la pierna derecha es la que más camina y que la izquierda en algunas ocasiones lleva un número abismalmente menor que su compañera. Lo dificultoso del día es lidiar el día entero con dolores óseos que se enfocan en morderme la espalda, las caderas, los pies. Sufro de ellos como lo haría un anciano demacrado y deforme, postrado en su cama tumba, con la diferencia que yo aún puedo correr o simplemente ignorarlos. Lo dificultoso de mi día es recordar mis pesadillas y mis sueños, traer a mi conciencia el detalle más ínfimo de lo sucedido en la estadía onírica. Cuando despierto ya no queda más que una vaga reminiscencia de un rostro o un paisaje, más lo que prevalece es la sensación, el pánico con el que me despierto a media noche encarcelado en la oscuridad o la serenidad del despertar soleado color madera. Lo dificultoso de mi día es la invención, la añoro y planifico más me resulta tormentoso y complejo llegar a conseguirla. Blasfemias, gárgaras, arañazos, roces. Amplios bosquejos que no conducen finalmente a una cercanía de obra. Mientras más me propongo una creación, más siento que se desvanece en turbia neblina cargada de buitres hambrientos, agazapados olfateando la idea, ágiles para devorarla y no dejar ni la osamenta. He aquí una de las complejidades principales. El traspaso verídico de experiencia sensitiva/razonable hacia el plano lingüístico. Los símbolos que nos permiten la comunicación pueden tornarse en nuestros más ingratos demonios, transformando en herejía toda parrafada veraz. Se debe ser absolutamente cuidadoso en la utilización de las palabras, aves hambrientas cazadas al vuelo, para que una vez tumbadas en el papel, no puedan alzar el vuelo nuevamente, pero conserven su cuerpo y calor en la composición.


                               Equeco





Con el zumbido del viento en mis oídos

Con el zumbido del viento en mis oídos,
Que no es eco ni resonancia, sino
Clamor del tiempo y gorjeo de aves,
Deambulo taciturno, con el paso perdido.

Oscuro y lagañoso veo caer estrellas
Marchitas del cielo,
Y el suicidio de los pájaros volando
Hacia el sol.

Con la saliva amarga de tanto tragar
Besos insomnes, la boca, mi boca
Enmudecida me maldice las entrañas
Agusanándome la tráquea.

¿Qué días de silencio atoran mi Ser?
¿Qué artilugio del inconsciente me tiene
en esta calamidad?
Suspiro con olor a pánico.

De la habitación emana brisa a
Insecticida, que sirve de incienso para
Mi alma dolida, constantemente
Marchita.

Oh días de antaño, salgan de su
Reminiscencia, ayuden a mis tenebrosos
Sentidos parcos a saborear la pulpa
De primaveras lúdicas.

O al menos dejen mi alma en paz,
Que en constante descenso hacia el vacío,
El golpe en la caída despierte o desaparezca
Los domingos de añoranza con olvido
Y olvido.
               

                             Equeco

La Ciudad

La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes… No, decididamente no es éste, more geométrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico.
Jorge Luis Borges (1899 – 1986)

Llamóla Utopía, voz griega cuyo significado es no hay tal lugar
Quevedo (1580 – 1645)



Mi relato, personal y singular, se adhiere a un género nuevo. Conformado a partir de una minuciosa capacidad detallista en torno a la descripción del espacio y las relaciones en él, lo cual lo haría un informe etnográfico netamente; sin embargo, no acabaría por aburrir a más de alguno. El detalle debe ser capaz de transformarse o reformarse para pasar de un simple hecho visual captado por un sujeto observador y posteriormente imaginado o interpretado por un lector, ha de ser palpado y masticado. Si no se le agregara a este relato lírica un tanto torpe y sudorosa por el abrumador sol de estas fechas en la zona centro – sur no sería más que papel manchado de tinta virtual incapaz de transmitir más que algo similar a los monólogos dominicales de los párrocos, rutina arrítmica y amarga. La guinda de la torta queda supeditada al poderío de la imaginación la cual nunca es tan innovadora como se cree ni absurda como se le acusa en las mesas redondas de los conservadores.

Los hechos se fueron dando de manera apurada, sofocados por el tiempo, empedernida sustancia viscosa que nos hostiga hasta la médula, me fui acercando en idas y venidas rutinarias a la biblioteca municipal de la Ciudad. Me gusta la Ciudad, siempre me ha gustado, me gusta por todas partes, sin embargo es en la nariz donde más la disfruto, sobre todo después de las primeras lluvias que trae cualquier estación del año, en cualquier momento fortuito. Respiro esa húmeda tranquilidad de los cisnes - cuando no son intoxicados - y huelo el plumaje frío de las gaviotas siempre chillonas y poco amigables. La biblioteca siempre me generó expectativa, más debe ser porque el trayecto hacia ella se veía influenciado por el viaje. Desde la playa a ella, uno llega con seis o siete intuiciones más audaces que desde el centro o algún otro lugar dentro de la Ciudad. Dentro de ella, me sentí sólo y plácido. Poco concurrida como los mapas del imperio Otomano, y poco habituada a la interrogante de una mirada penetrante fui conociéndola poco a poco, con la gracia que se conocen los ombligos. No considero justo ni ameno describir la estructura del edificio, es de conocimiento general que de por sí, cuando hay más de un piso se le adjunta una escalera entre piso y techo o entre piso y piso, la perspectiva aquí es lo de menos. Las ventanas, las puertas, las vigas, tablas y estantes, todo distribuido de manera que no nos fuese necesario caminar como lo hacen las hormigas, lamentable o alegremente. Con entusiasmo infantil aclaro en este momento que lo interesante de este relato no pasa por mis metáforas ni por la biblioteca de la Ciudad. Sígame.

Al sentirme desinteresado por lo que aquel lugar pudiese ofrecerme, me digné a recorrer la Ciudad en sí. En ella es todo brisa o tempestad, más la llovizna que algunos enaltecen no es más que los últimos granos del reloj de arena anunciando el verdadero espíritu de la Ciudad. El día que yo recuerdo no llovía, ni indicios había de que sucediese. La tarde era pulcra, el ocaso lo percibí a la altura del puente y fue de urgencia sacra detenerme unos momentos a contemplarlo desde ahí pues el naranjo y el violeta en él resaltan a la pupila de manera espléndida. Solitario, tal cual, como me digné a salir de casa fui en busca de un lobo marino, o al menos de alguno de esos pájaros con cara de humano que tanto abundan por la costanera. Los encontré a ambos, los saludé y seguí mi camino. De improviso caminando por el borde del río, me tendí un rato en el pasto a fumar un cigarrillo, no hacía frío y me abrigaba una chaqueta amarillenta con olor a humedad. El río inevitablemente me hizo pensar en el constante impulso hacia delante, en la imposibilidad absoluta de con el índice hacerle un remolino sustancial, de esos que se hacen cuando uno es pequeño y no entiende mucho de estas cosas. También pensé en un comentario que oí una vez en alguna de mis clases sobre la cultura Aymara y su peculiar visión del Tiempo. Para ellos el futuro es algo que viene detrás y el pasado algo que está por venir, y al referirse a su historia lo hacen de cara al pasado y de espaldas al futuro. El Tiempo, el Espacio y el Lenguaje, algo así como una especie de mosqueteros repulsivos cayendo infinitamente en el universo a través de un vacío conformado por jeroglíficos, tinta y palabras. Desvié mi vista absorta en el río para contemplar que ya el ocaso se desvanecía y las siluetas caían sigilosas. Desde donde estaba, que da igual donde fuese, podía ver la longitud completa del puente, sus pequeños faroles laterales alumbrando hacia arriba y abajo de manera sutil, el paso de los automóviles, bicicletas y los pequeños seres humanos que desde mi punto de vista, caminaban para acá y para allá cortando a intervalos discontinuos con su presencia las lucecillas de los lados y creando nuevas formas con sus cabezas y el reflejo de la luna. Me pareció agradable visualizar esto, me daba una pequeña alegría ver a los seres diminutos que ahora si se desplazaban como las hormigas de más arriba que no tuve el valor de enaltecer a la primera. Más abajo y a mi derecha – se comprenderá que me encontraba a la izquierda, por voluntad propia o por mi escoliosis – el Mercado Fluvial. Es bonito el mercado fluvial, en sus diversas facetas, más siempre me agradan más las cosas en la noche, cuando las observo desde afuera y desde adentro. De noche se aprecia la belleza de las cosas sobre todo estando fuera de ellas, es decir, siendo un espectador de la calma que abunda en el lugar y saboreando la entrada como el paso a una dimensión desconocida. El péndulo de movimiento infinito y desafiante puesto a la vista de todo ente que se desplace por la costanera lo evadí apenas lo visualicé para no caer en alguna alucinación imaginativa que me impidiese continuar mi relato. Me levanté de donde estaba y me persuadí de que había perdido por completo la sensibilidad en mis extremidades inferiores, mis piernas se encontraban flácidas y me costó poder comenzar la marcha, comencé a desplazarme como en cámara lenta y algo robótico, un bosquejo de sonrisa debe haberse marcado en mi rostro.

Me concentré en la búsqueda de algún local donde comprar algo que saciara la sed que me había surgido por el humo del cigarrillo. Cercano a mi posición una botillería de un fulgurante letrero verde y letras blancas me incitaba a adquirir algo para beber. Pasé, no era primera vez que lo hacía, se encontraba vacía y sin saludar pedí dos latas de cerveza. Pagué, agradecí y me retiré.

La tarde había transcurrido, ya me encontraba sumergido en la noche de la Ciudad, no tenía ganas de llamar a nadie, nadie tenía ganas de llamarme. Con las dos cervezas en la mochila me envalentoné a cruzar el puente hacía la Isla. De un momento a otro, me dieron ganas de ir hacia algún lugar que me permitiera respirar la humedad de la noche. La Ciudad otorga el verde que no es tan verde entrada la noche. Llegué a un parque cercano a una especie de laguna, me agradó la agresiva insistencia del pequeño bosque en confrontar su poderío sonoro al de las bocinas y desplazamientos maquinales. Sumergido en el espacio, busqué algún lugar sombrío que permitiera verme las manos, saqué una lata y la bebí raudamente contemplando el puente a medias que se presentaba frente a mi vista. Me recosté un momento observando sobre mí el espectáculo de las copas de los árboles. El viento, inquilino de honor en la Ciudad jugaba con las ramas lanzándolas de un lado a otro, con ímpetu, severidad y ternura, como la madre que no sabe serlo que castiga y se castiga. Pasé un buen momento contemplando el ir y venir estático de los árboles, cerca de mí algunos grupos de personas bebían y dialogaban, a ratos gritaban las palabras, en otros las cantaban.

Me quedaba la última lata, la hora ya era entrada y no tenía dinero en los bolsillos ni en ningún otro lugar. Estaba ansioso, deseaba relatar todo, incluso cuando inhalaba y exhalaba. Crucé el puente de vuelta, con una idea en la cabeza que no era ésta. Casi al llegar a la mitad, me di cuenta que estaba sólo, nadie lo cruzaba conmigo, ni delante ni atrás; también me percaté que mi vista no alcanzaba a visualizar ningún auto. Lo que realicé no fue debido a la cerveza, más se lo otorgo a mi ansiedad. Con cautela me puse del lado externo a la baranda de contención, es decir por fuera, si es que alguna vez estuve dentro. Desabroché mi pantalón y los bajé, y afirmándome con ambas manos hacia atrás a la rejilla fui el hombre más libre de la noche en la Ciudad orinando al Calle Calle sin siquiera sujetar mi miembro. Alguna otra persona tal vez, hubiese gritado de felicidad, yo me contuve a hacerlo pestañando pesada y lentamente, escupiendo el resto de saliva que me quedaba en las muelas. Terminado el acto, y caminando los últimos metros del puente me pregunté si todo el día confluyó para que llegase a tal lugar a realizar la meada circense, y no me quise responder por el miedo que le tengo a los payasos.

El frío no me limitaba, más creí necesario buscar refugio y compañía. Tomé el teléfono y realicé una llamada. La respuesta a mi interrogante fue positiva y al cabo de unos minutos me encontraba sentado en la cama, que por cierto no era la mía. Me preguntó que había hecho y respondí como lo hago siempre, desinteresado y en voz baja. Me preguntó si quería quedarme y contesté que sí, también en voz baja. Y con la última frase que era necesario decir aquella noche antes de dejar de hablar, le conté que a lo mejor escribía sobre la noche de hoy.

Que ya fue la de ayer, la de mañana o la de nunca.


                               Equeco  

Soledad que brillas con tu incandescente

Soledad que brillas con tu incandescente
Torso desnudo, majestuosa estatuilla
Hecha de espinas, que hieren y punzan.
No te clamo ni venero, más me parece justo
Sacar a relucir tu singular figura.

En la espesura de tus telarañas y flores mustias
Tejes tu nido, nicho de pirañas y epifanías.
Susurrando con el eco del silencio llegas sumisa e irónica
Engominada arpía.

Anocheciendo se condensa tú
Presencia en tibios susurros de poesía.
En la acera las hojas bailan y en mis pensamientos sombras
De marchita alegría.

Pesado el cuerpo, aletargado y dolorido
Pido limosna a la ventura de antaños días.
Tonos marrón y rosa, paseos, risas y
Astrología, donde tu presencia era menguada
Con el amor como tiranía.


Equeco         

13 de mayo de 2015

...

Aquí estoy solo nuevamente, libre pero sin un rumbo fijo, siento muchas cosas a la vez, la pena me domina, soy un alma libre y solitaria entre gente que solo se mantiene por lo terrenal, busco algo mas que eso pero yo mismo no me lo permito, el temor a una soledad total es lo que me lo impide, soledad en la que ahora estoy, ando deambulando por la vida esperando encontrar mi camino, tengo mil opciones pero ninguna me apetece, espero encontrar la totalidad pero no pongo de mi parte, me aterra dejar algo atrás y sobre mis hombros llevo mas de lo que debería, guío a las personas por su camino pero dejando el mio de lado, he entregado demasiado esperando recibir algo a cambio y como ando al paso de la vida ésta me responde con lo que necesito pero no con lo que quiero, ahí está mi gran error, pero pese a todo así soy feliz, nadie me conoce totalmente, quizás yo tampoco, no conozco mis virtudes pero si muchos defectos, no conozco mis limites pero si mis debilidades, no se que es el odio pero si el amor, no se quien soy pero si como soy, no tengo un rumbo...pero si una meta.

Anónimo

11 de mayo de 2015

Triste parrafada de un niño perdido

Te estoy buscando en los ojos de un perro callejero. Calles oxidadas de la reja desde la que miro. El techo se voló. Yo soy el ojo de la tormenta. Caminando hacia atrás. No hay donde sentarse. Me siento solo. Mi mente se la comió la almohada. Run Run se fue pal norte. No sé cuándo vendrá. Enfermo y lucido el tiempo pasa lento. Trasladome hasta ninguna parte. En una mico lenta. Con ruedas rotas. Pero me hago presente. No huelo a nada. Aunque estoy sucio. Cambio mis lágrimas por monedas. Pero la gente es tacaña. Cae la noche silenciosa. ¿Dónde estoy ahora? Me veo bajo luces artificiales. Luces artificialmente insuficientes. Luces que dejan lugar al vacío. Pero el vacío está en mí. ¿Dónde estás ahora? Se trasluce mi cuerpo como agua. Mi cabeza repite siempre distinto. Dos caminos encontré para matarme. No puedo recorrerlos solo. Pero estas palabras se pierden. Por los siglos de los siglos. Rezo para que mañana sean cenizas entre lo que no fue. Amén.


Mandu

La sangre nuestra

Vengo a despedirme.
Vengo para irme.
¿Cuánto tiempo será?

Los fantasmas me gritan “adiós”.
Un beso y un plato de arroz.
¿Qué mis ojos dirán?

Un niño salta de la luna.
Hereje, dibuja su fortuna.
Sin querer.

Lagartijas del invierno.
Peces del desierto.
En mi espejo


Mandu

Larva c/nombre

Mis ojos hoy descansan sobre el mar negro que los baña
negro azulino pero no profundo
Se alarga mi cara hacia los pómulos
sobresalen de mi árbol quebradizo


Los labios, que belleza los labios
nunca antes los había visto tan rojos
tan gruesos, tan cerezas, rebosantes de un rojo amoratado

Mis pechos siguen ahí guías de universo
dos lunas fuertes que confirman mi femenino
se sitúan bajo mi pera

Me recorro una y otra vez
postrada aquí
siento mi realidad

nunca pensé ser tan impermanente


Pamplenpina

Viuda

Mujer de compañía muerta. No hablaré de ti como arpía y serpiente, no diré que fuiste celo que cegó a tu razón, no abusaré de esta prosa para cargarte de negro y yo cagarme de ti, ni te pintaré pastel barato aunque esté de monedas. Mujer aterradora maquiavélica antagónica.
Mis labios y sus formas dirán que fuiste amante sin tregua; un nogal en el desierto. Mis labios y sus formas no dejarán de sacudirse y bambolearse para llenarte de flores, eterna figura despampanante.
Cuando recite yo de ti a marineros salados, irán corriendo desbocados y salvajes a los puteríos morados-rojos y de humo de tabaco, para arrancarte de sus deseos reprimidos que vinieron en las lanchas frías y ásperas de andar.
Viuda de piernas blancas barrocas/pies de luna. Soñaré que nos quemamos en las copas de los árboles de las noches azules y que nos convidan vino añejo en la calle.
Dulce tristeza tuya viuda con ganas de mi gracia, maldita, mortífera y tierna de los sesos; viuda de sesos dulces tuya mortífera gracia. Que sea yo el último al que matas por la espalda, al que te regala estos versos, ¡malagradecida mundana!


Mario Tabauga

En tus Manos yace mi Cruz

Victoria, llamada por los insumisos al caer la noche,
invocaciones del tercer mundo para hacer de tus ojos mi mejor pluma,
placer inherente al revés y al derecho, cuán dulce agonía aflora,
si te dijera la verdad, nuestros cuerpos amantes serían como el sudor que se esfuma.

Pero el dominio de la tierra es tuyo y no puedo arrebatarlo,
escondidas cartas te entregaría por debajo de tu puerta,
¿manchemos con sangre las bellas telas en tu regazo?,
¿anidemos presurosos los inicios básicos de la humanidad ya muerta?

Sinfonía Belial que deseo tocar como experto de este arte,
déjame bailar, al son de las cuerdas satánicas de tu alma,
fría dama, dame, dudas para querer desnudarte,
pero la verdad es que no tienes amos, sólo esclavos quienes esquivos te aman.

¡Haz turismo en este espacio! Creo que puede interesarte más de lo debido,
tardía mis letras escriben pensamientos anillados en tu piel,
prohibidos los desvelos por vistas a tu figura, majestuosidad del eterno principio,
visítame pronto antes que cupido suelte el anzuelo, al cual tímido mis sueños conté.

No logro controlarme, y es por culpa tuya que vuelvo a ser animal y no sensato,
si pudiese decirle algo propicio a tu deidad, sería que amo tu mal trato,
contigo he creado mi propio mundo, donde el dinero vale menos que hablar
y el día se hace noche cuando la luna ve al sol llegar.
,
Podríamos hacer muchas cosas juntos, inimaginables,
crearíamos novelas donde no hay delito al pecar,
saltaríamos conversos, lagos de estrofas sinuosas como simples amantes,
pero no me dejas, sárdica eres ahora en tu mirar.

Para poder cantar tus propias reglas, tengo que hacer lo inevitable,
explícito tengo que matar a todo lo que quiero por delante,
violaré aquello por lo cual he sido el peor Judas de la historia,
ayúdame, que quiero ya poder abrazarte en mi memoria…

Me causa risa incontenible el odiarte en demasía,
y me provoca odio inescrutable esa risa tuya, propia de mujer fingida,
tratemos que el amor sea el sueño de nuestras húmedas fantasías,
para que la juventud revele calma diestra a tus pies, dulcinea herida.

El bálsamo placeriano abre paso a todas las historias que el destino quiere,
más increíble es la prudencia habitual del desolado,
¡¡Dame más y más que quiero beberte!!
quiero seguir anunciando promesas en tormentas, pero ahora de tu mano…


Víctor González


Beelzebub por la noche toca mi ventana

La sangre de aquella ánima revive con las lluvias,
En el espejo se verán la sensualidad y el erotismo,
Con sólo un verso, el vagabundo conquistará su tumba
Caído en la vieja soledad que contigo se masturba

Satán ya se quedó sin voz... es sólo murmullos
La muerte se aproxima, tomaremos su lugar
Bebamos de su sangre en la fiesta y con los puños
Quememos el evangelio, ¡de nada sirve ya rezar!

La imaginación del débil no se hizo carne ni verbo
Cupido desde un pantano te escribe cartas de amor
¿Será posible que Dios no habite ya en el cielo?
¿Será posible que este largo camino se guíe por una simple voz?

He de penar por soñador, viviendo en una fantasía fatal,
He de penar por sangre santa en un funeral pagano,
He de asegurar cada luz con un viejo candado irreal,
Que oxidado protege los espíritus que salen del mundo humano

¡Forjadores seremos de todos los silentes!
Esta vez ya no seremos, para el mundo los dementes
En la oscuridad los dioses castos nos protegerán
¡Ahora el paganismo es la luz de los futuros inocentes!

Neófitos sus credos, impregnan ignorancia contagiosa
Si conocieran a lucifer, le regalarían una rosa
Pero sus facultades propagan deidades mentirosas,
Perversas sus mentes son egoístas y orgullosas

Sus lecturas son sus cruces que entran como arpía
Haciéndose los sabios, creen que un día al fin sabrán,
Pero mucho desconocen el actuar de esta frenología
Ocurridos los desmanes nos quedan bustos de amatividad

Es lógico pensar, pero más lógico es comprender
Imaginar el sexismo como si fuera lucidez
La seguridad de su audacia es arrojar en su habitación
Todas las tristezas que su gran vaticinador les promulgó

En un papel manchado de un rojo indefinible
Menstruó una calavera con su lápiz invisible
Suplicio semejante jamás logré olvidar
Intolerable mi memoria nunca te dejó de amar

¡Forjadores seremos de todos los silentes!
Esta vez ya no seremos, para el mundo los dementes
En la oscuridad los dioses castos nos protegerán
¡Ahora el paganismo es la luz de los futuros inocentes!

Volviendo de un escaso punto ciego, y despistado
Me mantuve sutil por un canto provocado
Pero el padre era el mudo, el trino se ha manchado
Desnudemos a la novia, del despotismo no es su esclavo

En la biblia está el ejemplo aún más existente
De que las personas con amor se convierten en dementes,
La virgen excitada nos confía humildad provocadora
La luz fue su cárcel más cruel y agotadora

Del péndulo cuelgan desgarradas las penurias
Enfermos y postrados los muertos salen de las tumbas,
Los tímidos ahora son valientes rencorosos
¿Será que nuestro aroma les recuerdan almas suyas?

Desde el muro brillan los restos de las botellas
Que contuvieron alcohol, amor de dulcinea,
En la monotonía he de pensar en tu llanto más sensual,
Perdido en las gotas, me bebí cada perfume de tu mal

¡Forjadores seremos de todos los silentes!
Esta vez ya no seremos, para el mundo los dementes
En la oscuridad los dioses castos nos protegerán
¡Ahora el paganismo es la luz de los futuros inocentes!

Una indicación, precisa de adoración humana
Se convirtió en vieja esperando una llamada,
Un ángel de pronto le regaló un pergamino
- sólo en sangre podrás ver lo que hay allí escrito-

Nunca le costó amenazar a la lujuria
Aquella decepción derivó en impaciencia,
La vida propia no ha de valer en aquellos momentos
- mátate- era el mensaje de aquella hoja muerta...

Lloraba en silencio detrás del espejo,
Quebrado y descolorido el cuchillo manchó
Esa serpiente en ángel se transformó por despecho,
Desde el día en que ese niño sin alma nació

Inmolarse al infierno es puerta de los suicidas
Como un animal, hasta el llanto viene con heridas
Pero el fastuoso mar, con el entierro genera vida
La marcha de Satán, otra vez se hizo presumido

¡Forjadores seremos de todos los silentes!
Esta vez ya no seremos para el mundo los dementes
En la oscuridad los dioses castos nos protegerán
¡Ahora el paganismo es la luz de los futuros inocentes!

Víctor González

Romance del mar

Entre tu cuerpo erguido y yo,
venturosas olas en vaivén ciñen el espacio de incertidumbres.
Tu espuma blanca la absorbe mi arena,
esta vez, para que el ocaso sea testigo de cómo los pétalos caen desnudando una flor,
la que sin querer floreció entre el viento de la mar.

El mar tienta la brisa, tienta la marea,
y con un tinte azul, moja la arena.
¿Qué será del silbido del mar, sin rocas a la cual chocar?
Y es que a veces este mar ronronea,
cuando la luna canciones de amor le tararea.

¿Y qué tal si esta vez, dejo que mi arena se moje de tu mar,
empapando el alma en el goce de amar?
lluéveme con tus manos, brisa marina,
y en este suelo escribamos,
con el cuerpo y los labios enlazados
una fábula entre la arena y la mar azulina,
una historia de noches con cafeína
Pero que delicia...
cuando tu ondulante mirada decide ir más allá,
y en ese continuo vaivén me acaricia
a veces como si hamacara
tan sutil, que la piel me eriza.


Epifanika

Todo lo que brota es vida

a veces brota la música
a veces, la imaginación a ojos cerrados
tal vez brotan caricias por aquí y por allá
a veces también, la locura
¿y qué hay con eso, si todo lo que brota es vida?
si todo brote viene de algún lugar recóndito de nuestro ser
de ganas reprimidas
del encarcelamiento de nuestro yo
el pulsar de los brotes no reconoce estructuras

Epifanika



25 de Marzo

La tierra no está muriendo, la están matando.
La están matando tantas empresas forestales
amparadas por E$tado$ kriminales,
disparándole a los boskes ancestrales

destruyendo todas las comunidades

Los gobiernos con sus soluciones irreales
buscan mantener estas injustas sociedades,
basadas en violentas autoridades
escogidas por los malignos pocos imperiales.

Pero no pueden impedirnos ver la real historia
y sacar nuestras propias místikas conclusiones de ahora,
nunca reemplazaran nuestras costumbres ancestrales
aunque nos maten y nos encierren con sus legales atrocidades.

La tierra no está muriendo, la están matando.
La está matando las empresas de la minería,
no reduciremos nuestro discursos a si son de $hile o de la CIA.
El cobre no le pertenece ni a los chilenos ni a los extranjeros,
le pertenece a las eternas montañas que equilibran la existencia de lo etérico.

No sólo vacían a la ñuke mapu de sus energías,

vacían las vidas de todes les seres vives con su ambición y agonía,
deseando saber todo,
controlando todo,
terminaron por contaminar todo
y nos cagaron a todos
con sus prohibiciones para locos.

Y ahora la mapu arde en llamas,
tiene una pena por dentro que se la inflama
porque a sus heridas se las violentan todos los días.
Exuda sequías que son gritos de agonía,
explosiones milenarias que nos llaman
a parar la destrucción acelerada innecesaria.

Como alto pewen incendiado
hoy sus lágrimas se secan
cansada de las tiranías
y de las cárceles de toda una vida.

Nos quieren atrapaos, terrible dopaos,
como aweonaxs drogaxs alcoholizadxs.
hipnotizados entero explotadxs,
encarceladxs mis hermanxs por la makinaria del E$tado.

Hacen como que no se cacha
con su policía bastarda,
y sus teleseries cotidianas
que son pura farándula,
pero que a los pobres les encanta, monotonía mediática.

Monotonía, desinterés que apaga la rebeldía,
desinforman todo,
controlan y lo distorsionan,
para que no se reflexione
sobre ésta cínica dictadura monopólik babilónika.

Donde se keman los boskes por culpa
de las forestales que kieren más plantaciones.
se esconden sus acciones
para nuestros pensamientos no se desborden
y se conviertan en pasiones que no se controlan.

Porque no se puede detener a un piwke que se inflama
despojado de preocupaciones, prejuicios y presiones
damos kara para que la suciedad wingka se kaiga en llamas
y que todo ésto explote.

Damos kara para que la suciedad wingka se kaiga en llamas
y que todo ésto explote.
porque nos tienen pa la kagá,
kon su sociedad karcelaria.



Lafken mapu

Trinidad

un avance
es un pequeño retroceso
ante la ilusión del avance

un pestañeo
es un terreno fértil
para el cultivo de la muerte

un fondo
cuando es infinito
no toca fondo;
eso es un avance y también un pestañeo.


Diego Huberman

Epístola a los Gálatas