El Kevin se pone siempre en la misma esquina, Bellavista es un lugar prendido así que le va bien. Lleva en su carrito un pote con mostaza y otro con kétchup, acompañando las sagradas frituras que son el salvavidas de cualquier borracho a la deriva. El veinteañero se mueve con cuidado y anda siempre alerta con los pacos, se conoce todas las movidas y a todos los que trabajan en su rubro. El Matías y la Nicole son sus amigos de infancia y compañeros de venta fuera del carro. Hay noches buenas y malas, o muy malas, en donde el Kevin solo consigue vender sopaipillas.
N.G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario