enfrías mi corazón
en tu mirada la nada
que temo;
que horror…de no hallarme allí…..
no soñaré tus besos
porque mis labios están
helados como un centella
en su invierno, en el sur,
en la brisa costera
en la antártica del recuerdo….
ya no recuerdo,
cuantos recuerdos podría inventar
y acertar tantos momentos
como cuando en un kiosco
y su esquina
en alameda con Portugal
nos comíamos enteros
desnudos en sentimiento….
caminamos más de tres veces
(tres, tres, tres
éramos tres, tu y yo
éramos uno y tres
a la vez) al Santa Lucía
nos atrapó la magia
de un primer amor
y ya no son tristes estos versos
por alguna razón, como el alcohólico
agonizante que encontró
en el ultimo sorbo
la paz de un hipo que cesó.
Tomás Isabel
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