El sentido no tiene razón de vida,
ni atenta contra mí esta mano
que toca el hombro opuesto
a mi mirada.
Me engañó como el consejo maternal,
tocando también la luz del sol,
por más rojo que fuera y dañina
la arista que se le escapa.
Indico que es un buen consejo,
de intenciones rescatistas
(sálveme del mar tortuoso de hace cuatro inviernos),
que no es lo mejor ni lo indeseado,
sino que solo una caricia
en la mejilla golpeada.
El sentido es mera palabra,
eufemismos en oferta desatada,
en cuanto a la vida, y a contrario sensu tenemos la muerte:
un ave rapaz de la mente frágil.
Si ha de haber alguno, solo se halla
contenido en sí misma,
en la distinción de dos rostros
que con semblanza fueron, aun así,
separados por la gota cadenciosa del tiempo.
Fuera de ella, pues, no divisamos nada, ni la neblina,
ni el silencio ensordecedor.
La razón que me escuda
tampoco me salva.
Chicha Ruidosa
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