10 de junio de 2014

Cañón

¿Por qué he querido estar así? ¿Qué me llevó a esto: al brazo izquierdo roto y a las piernas acalambradas? ¿A la cabeza trémula, a la piel en llamas? Una nube se posa sobre mí, como la burbuja pensativa de las tiras cómicas. O quizás...

-Supe que X murió. ¿Sabes cómo fue eso?
-Murió deshidratado. O de inanición en realidad.
-¿En el desierto?
-Sí, y no me preguntes qué hacía por allá.
Fue así como me deshice de esta lacra. Posé la vista en su cráneo y se lo reventé con un solo balazo. Qué tal coincidencia topármelo aquí, en el desierto traicionero. Pero entonces me di cuenta que matarlo fue, quizás, mi peor error. Porque no como nada hace cuatro días y lo último que me quedaba de agua se terminó hace dos. En cambio si él siguiera vivo, me podría haber señalado alguna aldea o algo por el estilo que me socorriera. Puede que entonces haya destruido mi salvación. Por lo demás, el cadáver no tiene nada en sus bolsillos. Ni una puta gota de agua. Ninguna miga de pan.

-Me acabo de enterar que antes de morir, X asesinó a otro hombre.
-Bueno... qué te puedo decir. Quizás solo tuvo un mal día.

Chicha Ruidosa

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