26 de abril de 2015

El ocaso de la humanidad

De mas está decir que, lo que estoy apunto de declarar, no es mas que la opinión personal de un humano transformado en persona, sometido por el sistema.

Me gustaría comenzar por aclarar un punto clave sobre la idea central: la libertad.

El concepto de libre albedrío va de la mano con el control sobre las grandes fuentes de incertidumbre presentes hoy en día en el mundo de la física. Lo que quiero decir con esto es que, o el humano carece de libre albedrío, o bien tiene control sobre la incertidumbre que afecta la existencia de cada partícula en nuestro universo, o al menos sobre aquellas que nos definen como seres humanos. De misma manera, cabe decir que la carencia de libre albedrío es incompatible con la idealización de este mismo, osea, sería absurdo considerar que carecemos de libertad si somos capaces de darnos cuenta de que esta es factible. Asumimos que la mente humana (y todo nivel de conciencia animal) trasciende en términos prácticos la existencia inanimada de la materia. Digamos entonces que, de no ser por la conciencia, mas precisamente la mente humana (en la cual nos enfocaremos a continuación), el universo tendría una existencia lineal, inalterable, sometida únicamente a los fenómenos variables de nuestro universo, como lo es por ejemplo el movimiento errático de los electrones dentro de un átomo.

Si tomamos en consideración el punto anterior, podemos determinar que a partir de la creación de la conciencia, el rumbo del "destino" se vio alterado por una nueva variable: la voluntad. De no ser por ella, todo lo que nos determina hoy en día como "humanidad" (prefiero llamarle sociedad, ya que de humano poco conserva), sería menos que un sueño. El simple hecho de estar escribiendo en estos momentos sería inimaginable (si es que si quiera pudiésemos imaginar sin ser libres), al igual que el hecho de que alguien, ustedes lectores, reciba este mensaje. Tampoco podría yo esperar que alguna mente iluminada leyese estas lineas, comenzase a pensar, transformase la ideas y compartiese su opinión con otros "humanos" (hoy en día, otras personas). Y ni hablemos de llegar a imaginar el concepto de sociedad. Y no hablo de solo convivir con otras personas, hablo de cultura, de identidad, de proveniencia, de respeto, de todos los valores que podemos apreciar de una sociedad. Mentira. No es solo eso. No son solo valores lo que debemos atribuirle a la voluntad. No. Recordemos todo lo que nos ha otorgado la sociedad, recordemos. Todos los dogmas, todas las ideologías, toda creencia, toda política. La ética, la moral, el "status quo". La democracia, la burocracia, la tecnocracia. Globalizando un poco, el abuso, la guerra, la codicia, la ira, el orgullo. Si no hay riqueza no hay pobreza. Si no hay fuerte no hay débil. Si no hay violador, no habrá violado. Y esto no es solo para nosotros,el "ser humano" de hoy en día, quienes nos cuestionamos sobre lo bien y lo mal que estamos haciendo las cosas. Aplicará para todo aquel que tenga voluntad de ahora en adelante, todo aquel que se cuestione que fue lo que hicieron antes que el, que será lo que el hará por el resto y que espera que el resto haga después de el. Nosotros somos lo mismo, al igual que nuestros antepasados, quienes se establecían sobre el legado de la generaciones mas antiguas. Todos fueron colaboradores de nuestra existencia, quienes colaboramos hoy en día para que nuestros hijos, nuestros nietos, nuestra legado, nuestra sociedad, la "humanidad" siga avanzando, de manera voluntaria.

Podríamos ponernos a buscar culpables. Los mas soñadores y fantasiosos esperarían algo como un cataclismo producido por el calentamiento global, una invasión zombie provocada por la propagación de un virus de laboratorio, o una guerra mundial contra un grupo de robots rebeldes que cobraron conciencia propia, para así poder atribuirle los males del planeta al progreso "inalterable" de la tecnología, de los avances científicos, practicas que se alejan de nuestro estado natural como "humanos". Los mas resignados y resentidos culparán a la sociedad, a los vicios del humano moderno, a los jefes de estado, a las autoridades religiosas, y junto con los mas existencialistas, culparán a la falta de trascendencia que tienen factores tan banales como las leyes, los principios éticos y la sociedad moralista. Pero no debemos olvidar que la voluntad es algo propio de la conciencia, la capacidad de alterar la existencia es única de los animales, mas precisamente, de los seres humanos.

El rumbo que toma la existencia no es inalterable, definitivamente. Pero este solo tendrá dos variables a considerar. La tendencia del mismo a cambiar, dada la incertidumbre inherente que implica existir en un universo, o bien, la existencia de la conciencia, la existencia de la voluntad.

No se puede culpar a la sociedad, tampoco se puede culpar a la tecnología, ni menos podemos culpar al mismo planeta. Nos encontramos sometidos únicamente a nuestra libertad. Es el libre albedrío aquel que nos llama hacia el borde del abismo, y somos nosotros mismos, no como sociedad, no como raza humana, sino como individuos, como mentes, como conciencias, únicas e indivisibles, quien decidimos seguir avanzando, mas y mas, hasta que la caída sea inminente.

Nuestro enemigo es la luz de la humanidad.

Prometeo

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