17 de abril de 2015

16/04/15

He pensado mucho como para declararme inocente, y hoy escupiré sin represión, para ver si los lejanos me atienden, para ver si los necios como yo se toman el tiempo de reflexión. Y si en la desesperación de los bullicios alzo mi grito, será para liberar el dolor de la tierra de este mundo que consideran chico, porque el necesito se convirtió en creencia, y sin resistencia matamos la vida en idiotas cuatro hitos. Qué violencia, el primero y el último fue renegar en los corazones, y ahora sin orientaciones camina el espíritu perdido, pero más ido anda el humano que no fluye, lo que toca destruye, y si huye en busca del palpitar, el espiral lo sacude sin sentimientos de nostalgia. Porque el segundo y los segundos son guerra, y cómo no lo han de ser, si la hoguera vive encendida, del día a la noche, de la noche en día. Rían, pero es cierto, y no hay que mirar el cielo ni a la virgen María para que se manifiesten los supuestos, sino buscar en la misma sangre de nuestras viejas heridas llanas. El tercero es el mañana, o más bien fue, porque el mañana ahora es ayer, que se extravió sin querer en el silencio de los que están dopados. Yo también lo estuve una vez, y a veces creo que lo sigo estando, a pesar que he abierto los ojos en tantas ocasiones, y me la he pasado observando en busca de muchos otros ojos que comuniquen, que sin palabras prediquen el canto desgarrado de nuestro dios. Y ahora he dicho dios, pero no tengo miedo que me miren como a un loco, pues no hablo de gracia suprema ni de sueños rotos, sino del orden que poco a poco va tomando caminos equivocados, que asesina por supervivencia, que muere lentamente.
Y ahora si quieren, ignoren lo que he dicho, pues yo sólo quería compartir una sincera opinión.


V.T

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