Nunca nos enseñaron a olvidar, simplemente nos dejaron susceptibles al dolor y al desvarío. Nadie se acordó del futuro que inminente tocaría nuestra puerta con un fusil en mano.
Mis manos en la nuca dejan desprotegida mi eterna coraza.
Probablemente será extirpada y vendida, entonces, mañana tendré que recoger nuevos frutos de esperanza.
Emilia Rayen
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