18 de mayo de 2014

El hombre que huye de su sombra

La neblina cubre la noche. No tengo frío pero mis manos tiritan. Mis ojos no logran enfocar las caras que cruzan mi andar y mis pasos dudan.
Pienso en el tiempo que pasó, aquel que me despojó de toda alegría, aquel que me quitó todas mis máscaras dejando mi rostro desnudo enfrentándose a la negra realidad.
Vago por la ciudad y busco desaparecer: ahogarme en el hoyo profundo de la desgracia y del anonimato. Entro en un bar de mala muerte y lleno una y otra vez mi vaso. El veneno desintegra lentamente mi consciencia y me sustrae del presente. Una sonrisa yace en mi alma borracha.
Poco a poco, me voy hundiendo en un agotador sueño. Mis párpados pesan y se dejan caer sin oponer resistencia alguna. Me veo inmerso en una penumbra infinita…  
A lo lejos escucho una voz que me habla y enseguida siento una cachetada en mi mejilla. Abro apenas mis ojos y borroso de pie ante mí está el mesero, que cumple con su trabajo de despertar a los infelices que escapan de su sombra.


Thor

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