25 de noviembre de 2014

Quizás

Quizás
ella no sabía que detrás del último pétalo
sólo se ocultaba el primero 
o el ninguno
que los muros eran de papel
que la mente era tramposa
quizás. 
Y yo por mi parte 
permitía la ignorancia 
de uno y de otro y mía
como si de un tesoro se tratase
de elásticos embarullados
de disecadas telarañas
pero lo hacía sin maldad 
sin consciencia siquiera. 
Quizás
ella sufría conmigo sin advertirlo  
llorando por lo bajo
abrazando a vacíos no-aparentes
sometiendo el no entendimiento a juicios categóricos.
Sin percatarme 
parecía yo rechazar su tibio silbido
su eterno y libre flujo 
que levantaba a los muertos de hambre
que vacunaba a los delirantes de siempre
a los necios de nunca. 
Pero quizás
yo no quería reconocerme 
y me entumía en la identidad
como cualquier animal petrificado frente a un espejo.
Quizás 
ella sabía de yo mucho más que yo 
y perdía su tiempo en revertir la situación
quizás
quizás.

Pero quizás
no.


Elías Thor 

Extractos escogidos de "Rayuela" de Julio Cortazar

2

"porque aunque hiciéramos tantas veces el amor
la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este
placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la
inmovilidad. La Maga no sabía que mis besos eran como ojos que empezaban a
abrirse más allá de ella, y que yo andaba como salido, volcado en otra figura del
mundo, piloto vertiginoso en una proa negra que cortaba el agua del tiempo y la
negaba.
En esos días del cincuenta y tantos empecé a sentirme como acorralado entre
la Maga y una noción diferente de lo que hubiera tenido que ocurrir. Era idiota
sublevarse contra el mundo Maga y el mundo Rocamadour, cuando todo me
decía que apenas recobrara la independencia dejaría de sentirme libre. Hipócrita
como pocos, me molestaba un espionaje a la altura de mi piel, de mis piernas, de
mi manera de gozar con la Maga, de mis tentativas de papagayo en la jaula
leyendo a Kierkegaard a través de los barrotes, y creo que por sobre todo me
molestaba que la Maga no tuviera conciencia de ser mi testigo y que al contrario
estuviera convencida de mi soberana autarquía; pero no, lo que verdaderamente
me exasperaba era saber que nunca volvería a estar tan cerca de mi libertad como
en esos días en que me sentía acorralado por el mundo Maga, y que la ansiedad
por liberarme era una admisión de derrota. Me dolía reconocer que a golpes
sintéticos, a pantallazos maniqueos o a estúpidas dicotomías resecas no podía
abrirme paso por las escalinatas de la Gare de Montparnasse adonde me
arrastraba la Maga para visitar a Rocamadour. ¿Por qué no aceptar lo que estaba
ocurriendo sin pretender explicarlo, sin sentar las nociones de orden y de
desorden, de libertad y Rocamadour como quien distribuye macetas con
geranios en un patio de la calle Cochabamba? "

116 

"En un pasaje de Morelli, este epígrafe de L’Abbé C, de Georges Bataille: «Il 
souffrait d’avoir introduit des figures décharnées, qui se déplaçaient dans un
monde dément, qui jamais ne pourraient convaincre.»
Una nota con lápiz, casi ilegible: «Sí, se sufre de a ratos, pero es la única salida 
decente. Basta de novelas hedónicas, premasticadas, con psicologías. Hay que
tenderse al máximo, ser voyant como quería Rimbaud. El novelista hedónico no 
es más que un voyeur. Por otro lado, basta de técnicas puramente descriptivas, de 
novelas, ‘del comportamiento’, meros guiones de cine sin el rescate de las
imágenes.»
A relacionar con otro pasaje: «¿Cómo contar sin cocina, sin maquillaje, sin
guiñadas de ojo al lector? Tal vez renunciando al supuesto de que una narración 
es una obra de arte. Sentirla como sentiríamos el yeso que vertemos sobre un
rostro para hacerle una mascarilla. Pero el rostro debería ser el nuestro.»"


3

"Por la mañana tendría que ir a lo del viejo Trouille y ponerle al día la correspondencia con Latinoamérica. Salir, hacer, poner al día, no eran cosas que ayudaran a dormirse. 
Poner al día, vaya expresión. Hacer. Hacer algo, hacer el bien, hacer pis, hacer
tiempo, la acción en todas sus barajas. Pero detrás de toda acción había una
protesta, porque todo hacer significaba salir de para llegar a, o mover algo para 
que estuviera aquí y no allí, o entrar en esa casa en vez de no entrar o entrar en la 
de al lado, es decir que en todo acto había la admisión de una carencia, de algo
no hecho todavía y que era posible hacer, la protesta tácita frente a la continua evidencia de la falta, de la merma, de la parvedad del presente. Creer que la 
acción podía colmar, o que la suma de las acciones podía realmente equivaler a
una vida digna de este nombre, era una ilusión de moralista. Valía más
renunciar, porque la renuncia a la acción era la protesta misma y no su máscara. 
Oliveira encendió otro cigarrillo, y su mínimo hacer lo obligó a sonreírse
irónicamente y a tomarse el pelo en el acto mismo. Poco le importaban los
análisis superficiales, casi siempre viciados por la distracción y las trampas
filológicas. Lo único cierto era el peso en la boca del estómago, la sospecha física 
de que algo no andaba bien, de que casi nunca había andado bien. No era ni
siquiera un problema, sino haberse negado desde temprano a las mentiras
colectivas o a la soledad rencorosa del que se pone a estudiar los isótopos
radiactivos o la presidencia de Bartolomé Mitre. Si algo había elegido desde
joven era no defenderse mediante la rápida y ansiosa acumulación de una
«cultura», truco por excelencia de la clase media argentina para hurtar el cuerpo
a la realidad nacional y a cualquier otra, y creerse a salvo del vacío que la
rodeaba. Tal vez gracias a esa especie de fiaca sistemática, como la definía su
camarada Traveler, se había librado de ingresar en ese orden fariseo (en el que
militaban muchos amigos suyos, en general de buena fe porque la cosa era
posible, había ejemplos), que esquivaba el fondo de los problemas mediante una
especialización de cualquier orden, cuyo ejercicio confería irónicamente las más
altas ejecutorias de argentinidad. Por lo demás le parecía tramposo y fácil
mezclar problemas históricos como el ser argentino o esquimal, con problemas
como el de la acción o la renuncia. Había vivido lo suficiente para sospechar eso 
que, pegado a las narices de cualquiera, se le escapa con la mayor frecuencia: el 
peso del sujeto en la noción del objeto. La Maga era de las pocas que no
olvidaban jamás que la cara de un tipo influía siempre en la idea que pudiera
hacerse del comunismo o la civilización cretomicénica, y que la forma de sus
manos estaba presente en lo que su dueño pudiera sentir frente a Ghirlandaio o
Dostoievski. Por eso Oliveira tendía a admitir que su grupo sanguíneo, el hecho 
de haber pasado la infancia rodeado de tíos majestuosos, unos amores
contrariados en la adolescencia y una facilidad para la astenia podían ser factores
de primer orden en su cosmovisión. Era clase media, era porteño, era colegio
nacional, y esas cosas no se arreglan así nomás. Lo malo estaba en que a fuerza 
de temer la excesiva localización de los puntos de vista, había terminado por
pesar y hasta aceptar demasiado el sí y el no de todo, a mirar desde el fiel los
platillos de la balanza. "


Conscience (Consciencia)

Pas d’ami comme toi,                                           
Pas de chagrin comme toi,                                  
Pas d’amour comme toi,
Pas de douleur comme toi,
T’es parti comme une plume dans le temps,
Perpétuelle dans ses mouvements imperceptibles
Pour revenir enfournée dans la stabilité du bruit,
T’es pas capable de regarder à travers les voiles de mon cœur,
Rend moi libre,
O conscience,
sépare toi de mon esprit,
O conscience,
Rend moi libre,
Des prétentions, des décors, du matériel, du durable,
Les mensonges que tu dictent maintiennent mon corps en prison
Mes yeux troués, mon intuition endormie.


Dominique Ferretti

Introducciones a las instrucciones

1) no mezclar lápiz con papel
2) suave misa suave pez
3) de las cinco hasta las tres
4) si te quejas y si te vas
6) pronta brisa se olerá


Anónimo

Déjame ir

El frío viento toca mi paladar y las alas de libertad emprende su periplo,
déjame salir, por favor, borremos los recuerdos y dejadme ir,
todo esto es un camino sin fin,
las crudas notas dejan en seco mi derrota,
las lagrimas corren por la tierra y la saliva es cada vez mas espesa,
el precio de la soledad es el que todos en su momento debemos pagar.

Miro la luna y los recuerdos se marchitan en la penuria,
los labios llevan las llagas de tu arrogancia,
y mis brazos el peso del suplicio,
se abren las rosas, la tierna primavera ya palpita en está ciudad,
mis piernas caminan y caducan mi verdad,
las aves vuelan y mis ojos se desvelan por los sueños arrancados
de las paginas en blanco que en algún día vimos pasar.

Arlecchino

24 de noviembre de 2014

Otro "..."

"Los hombres no tenían idea que el tan dichoso paraíso estaba frente a sus narices, de una simplicidad inesperada, de una empírica respuesta. La flor se abría con natural y mágico desplante, y sólo bastaba en mirar y mirarse con detención, para atisbar las lógicas trascendentes."
Yo, por mi parte, crucé la calle sin pensarlo dos veces. Algo ajeno a mi poder, del pecho me impulsaba, una aparente coherencia (enigmática, desconocida y por qué no, ignorada). En la no-búsqueda, tantié varios pasos que me alejaron de la quietud, y sigilosamente, se sumaron precisas pisadas que alimentaron el impulso.
Nada raro resultó que a mitad de camino me detuviese, era la cuota vertiginosa, los puntos de interrogación y las mismas putas falsas sonrisas de siempre. Alcé la vista casi por obligación, y en medio de una inevidente catarsis, observé como ciertas ventanas se cerraban con repulsivo desdén, mientras otras de pura coincidencia, se abrían invitándome a explorar.
Orden en la sala dijo el juez.
Fue el típico miedo a los finales de abandono que de mí hicieron continuar. (Autoengaño del puro y más eficaz). Entonces, dotado de un aire vistoso y desenvuelto, alcancé la otra vereda.
Pareció que pasaron décadas de cruces y caminatas. Sin embargo, no tardé en mirar intrigado hacia atrás, en una, ahora, sí-búsqueda. Y qué ironía, héme allí parado, con la duda entre las manos,  consultándome si atravesar o no.
(El mensaje,
para oídos sordos, pedantes y olvidadizos: muerte a sus egos,
para juiciosos, desinteresados y adversos: charlatanes incomprensiones,
para inconformes, necios y sesudos: gracias y perdón,
para ti y para mi: ...)

Thor

23 de noviembre de 2014

A los que creemos que tenemos tiempo y no que el tiempo nos tiene a nosotros y los que creemos que creer eso o lo otro no cambia mucho las cosas

Rostro surcado por la amargura
1. Como decirte cuanto no te entiendo 
2. no hablo de ti ni de ella sino del metro
3. el metro es un espejo y ahora tiene ventiladores
5. me adelanté un paso ( del 4 por si no se dio cuenta solo tonto y la reconchesumadre ) para chutear el penalti y gritarle a la galería vamos conchetumadre
6. nunca se gana siempre se pierde,a menos que derrepente se manifieste la justicia y nos libre a la gente del tiempo que se pierde.
7. paso a pasito salí a la calle y amargo me sabe el aire como a petróleo
8. vamos hacia los 10 para los religiosos
8.1 para los hipsters 
8.125 para mi yo histers
9. Todavía no me río ni escribiendo ni cuando camino.10 me tiro al rio.
PD : hace frío

Isabel

Aterrizaje

Esa palabra aterrizó intensa en su papel. Fue desconocida por la tinta y por las demás historias compañeras de página. Impregnadas, prisioneras-in poder escapar. Detuvo su mente un segundo. Esa palabra, esa palabra de mierda que lo convirtió hoy en lo que es: un mísero escritor lleno de esas mismas palabras, que utiliza como embestida y luego se arrepiente de pronunciar. Afortunadamente, son palabras, y las palabras se las lleva el viento o el viento las reclama.

Tintaya 

21 de noviembre de 2014

Yo fui futbolista

El club se llamaba Independiente, Juventud Independiente. En la cancha con "pelones" y hoyos del club, que estaba cercada por una barata reja de alambre y que contaba con dos precarios camarines construidos con madera llena de huecos donde la euforia y el nerviosismo pintaban nuestros zapatos con "pepas", gesticulé mis primeras jugadas con el balón despellejado que a veces se quedaba pegado en el barro y ahogaba un grito de gol. Sí claro, teníamos una indumentaria "albi roja" insigne del equipo. La polera, que amablemente lavaban unas señoras en la semana, me llegaba hasta las rodillas y las medias con "papas" casi hasta los testículos, por lo que tenía que arremangármelas durante los 90 minutos de cada encuentro, si es que no me sacaban antes. Alrededor de la cancha vendían cervezas y completos, la gente se acomodaba a ver los partidos y a gritar diversos improperios que adornaban el suceso predilecto de los fines de semana en el pueblo, era como si nos transportáramos a otro planeta donde solo existía el juego, o eso veía con mis humildes ojos infantiles. Si el equipo visitante convertía la gente se transformaba en el verdugo oficial del equipo, esto potenciado por el alcohol y otras sustancias estimulantes claramente. A veces se armaban riñas con los aficionados del equipo forastero que terminaban en cuchillazos y botellas de cerveza cristal rotas, pues el amor a los colores de Independiente eran rigurosamente inquebrantables. Yo sólo observaba, asustadizo. Intente de 7 pero luego me afirmé definitivamente en la retaguardia del once titular, mientras arriba, un niño que usaba la 9 y que adormecía en sus flacas canillas llenas de cicatrices y costras condiciones extraordinarias para el fútbol, comandaba los ataques que casi siempre terminaban en hermosos goles que nos hacían estirar los brazos al cielo, en un grito de gol aún más potente que el de Alexis en el Arsenal. Supe que a este mago del fútbol una vez le falsificaron la firma y no pudo volver a jugar con nosotros, por lo que nuestro rendimiento se vino abajo. El joven delantero no tenía más de 12 años. Yo fui creciendo y me largué del pueblo gracias a mis padres en busca de una mejor educación en un mejor colegio de la región, nunca volví a ver la camiseta de Independiente ni menos a aquel pendejo que jugaba igual al Ronaldo de Brasil, aunque supe tiempo después que varios compañeros del club tuvieron hijos, se volvieron drogadictos o simplemente no terminaron sus estudios. Hoy quizás nuestro 9, a quién yo miraba con una ilimitada admiración celosa de cabro chico, se refugia en el extremo del campo y se dispone con cervezas y otras cosas a disfrutar de un sueño interminable que tuvimos todos, y que cada domingo, cuando el pitazo del vecino que era árbitro retumbaba y daba inicio al fulminante latir de nuestros corazones, se hacía realidad.

N.G.

19 de noviembre de 2014

Mar

El viento sopla aunque no tenga boca
las olas chocan contra las rocas
(y las visten de humedad)

El sol en la cara me da
la tarde de a poco se va
disfrutando el momento
frente al mar me siento
a ver a la naturaleza danzar.

Untú

18 de noviembre de 2014

...

Si nadie precedió el juicio de la muerte, entonces la vida nunca llegó a nacer. Tuve que vivir 20 ilusos años para venir y darme cuenta que yo era un simple e ignorante botón. El espacio por el cual me deslizaba con dificultosa fluidez, estaba perfectamente delimitado. Y de ninguna manera, podía yo escaparme de mi prescrita y circular condición. Es más, cuando intenté despegarme del sentido práctico que hacía funcionar a la máquina, de los brazos me ataron, como si de un loco se tratase. Y así fui estacionado e inmovilizado en el olvido.
Las voces si que nunca me las arrancaron, pero cuando gritaron y suplicaron por ayuda, fueron tristemente ignoradas. Los dioses estaban dormidos, ocupados, dispersos.
Y en ese posterior y resignado silencio, floreció la condenada ficción. Me disfracé de mero espectador, un individuo más entre las butacas, poniendo en tela de juicio a cualquier payaso que buscara embaucarme. Me transformé, inevitablemente, en duda, desajuste, rebeldía y perdí mi tiempo en resolver problemas que nunca existieron. Admitir la carencia de toda explicación significaba palpar la confusa redención de mi vida.
Yo era un simple botón que quería entender mi ojal...

Thor

5 de noviembre de 2014

Comercial

Llego indecisa y camino encestando los pies en la plataforma, en aquel límite que se enfrenta a ellos como un gran monstruo, como si fuera una batalla en que gana el cemento. Mis pies son solos perdedores, y su derrota significan mis pasos, los cuales me llevan a las situaciones diarias que agobian mi mente, que me dan para pensar hacia donde voy, pero no cómo llegar.

K

Audífonos incrustados

Voy caminando concentradamente
entremedio del viento pesado,
él me arranca los poros de la cara,
los mastica y se los entrega al Cielo.
Este dios los convierte en nube, y así
yo me voy transformando poco a poco
(En nubosidad)
hasta desaparecer del plano terrestre.
Y cada gota de mi cuerpo es lluvia
que alimenta a los terrícolas.

K

4 de noviembre de 2014

Multi-verso

Luces entre semillas y flores,
una hormiga en un millón cumpliendo el circulo,
penumbras chisposas, inciertas, perfectas
sinfín infinito del espacio,
anticentrismo.

De exactitud, nada,
palabrerías roñosas en mesas imaginarias,
multiverso galáctico,
de dispersión, mucho.

(Barajo sin cautela
las cartas azarosas del ajedrez inexacto).


Anthóstines

2 de noviembre de 2014

F.

Sí, no estás bien. Tu rostro se ha desfigurado; tu piel ya no es tu piel; tu cabello ya no me deslumbra; tu sonrisa ya se tornó falsa. Siempre mirando con extrañeza la locura que te rodea; siempre llorando astillas.
Tú, querida y sumisa humana. Tú, que siempre te encuentras al borde de la lástima, que siempre te asfixia la desesperación, giras alrededor de la humanidad desgarrando con dedos sangrantes la corteza sanada de llagas y cráteres asesinos de almas y corazones amantes.
Tú, amiga de la tristeza y la soledad, afirmas sordamente que tu Edipo está enclaustrado en su amargura, niegas a boca cerrada que eres capaz de golpear y huir del cementerio en que te tienen, tráeme un sendero por el cual pueda caminar a tu lado y así acompañarte en el futuro mismo del presente que no habita entre nosotros. Déjame salvar el antro decadente de tus vísceras vacías. Deja que mi brazo anide a tu cerebro, y que mis arterias latentes reciban tu desdicha y la acaricien hasta que se vuelva azúcar. Recuesta tus pulmones en el viento de la vida.

Estefanía Parra