Somos una nación marcada por hechos
Pero somos una nación libre de golpes
Somos una nación sin historia
Pero con un pasado presente
Somos una nación con figuras desconocidas y reprimidas
Somos una nación que vive bajo una tumba
Somos la nación del perdón
Somos la nación del ego
Somos la nación donde solo se esconde aquel que no puede ser mas que un simple cordero
El Arcano
24 de mayo de 2014
18 de mayo de 2014
El hombre que huye de su sombra
La neblina cubre la noche. No tengo frío pero mis manos
tiritan. Mis ojos no logran enfocar las caras que cruzan mi andar y mis pasos
dudan.
Pienso en el tiempo que pasó, aquel que me despojó de toda alegría,
aquel que me quitó todas mis máscaras dejando mi rostro desnudo enfrentándose
a la negra realidad.
Vago por la ciudad y busco desaparecer: ahogarme en el hoyo
profundo de la desgracia y del anonimato. Entro en un bar de mala muerte y
lleno una y otra vez mi vaso. El veneno desintegra lentamente mi consciencia y
me sustrae del presente. Una sonrisa yace en mi alma borracha.
Poco a poco, me voy hundiendo en un agotador sueño. Mis
párpados pesan y se dejan caer sin oponer resistencia alguna. Me veo inmerso en
una penumbra infinita…
A lo lejos escucho una voz que me habla y enseguida siento una
cachetada en mi mejilla. Abro apenas mis ojos y borroso de pie ante mí está el
mesero, que cumple con su trabajo de despertar a los infelices que escapan de su sombra.
Thor
Fuerza
La fuerza es mi único motor
si la pierdo
con ella caeré al desvarío.
Pero no soy preso del fracaso
mis manos no tiemblan
mi corazón no se agita.
Un paso sigue firme al otro
camino seguro en la oscuridad
mi mirada fija en la vasta sombra.
Elias Roth
si la pierdo
con ella caeré al desvarío.
Pero no soy preso del fracaso
mis manos no tiemblan
mi corazón no se agita.
Un paso sigue firme al otro
camino seguro en la oscuridad
mi mirada fija en la vasta sombra.
Elias Roth
Dualidad del cotidiano
Sangre fría sangre tibia.
Caigo en la inseguridad de sus labios. Me pregunto si acaso sus besos serán reales, si sus ojos que tiernamente miran los míos no serán disfraces de una gitana malvada. Púas son sus dedos que agitan mi pelo y recorren mi cuello. Flechas son sus palabras.
Ataque fugaz.
Tiemblo de miedo. Un miedo tan dulce como la miel.
Arrayán
Caigo en la inseguridad de sus labios. Me pregunto si acaso sus besos serán reales, si sus ojos que tiernamente miran los míos no serán disfraces de una gitana malvada. Púas son sus dedos que agitan mi pelo y recorren mi cuello. Flechas son sus palabras.
Ataque fugaz.
Tiemblo de miedo. Un miedo tan dulce como la miel.
Arrayán
Instante en prosa
Una risa nacerá del alma y una caricia se deslizará en mi espalda (espada), dos cuerpos enraizados bailan sin disfraz, un sólo pulso marca la pista. Estos versos no hablan de amor sino de un instante de luz e inercia de invisibilidad y ritmos de un vuelo tibio y sereno. Serán tus ojos mis segundos y tus labios mis días. Me pierdo en la inmensidad de las líneas.
Arrayán
16 de mayo de 2014
Abuelos
Para muchos pueblos del África negra, los antepasados son los espíritus que están vivos en el árbol que crece junto a tu casa o en la vaca que pasta en el campo. El bisabuelo de tu tatarabuelo es ahora aquel arroyo que serpentea en la montaña. Y también tu ancestro puede ser cualquier espíritu que quiera acompañarte en tu viaje en el mundo, aunque no haya sido nunca pariente ni conocido.
La familia no tiene fronteras, explica Soboufu Somé, del pueblo dagara:
- Nuestros niños tienen muchas madres y muchos padres. Tantos como ellos quieran.
Y los espíritus ancestrales, los que te ayudan a caminar, son los muchos abuelos que cada uno tiene. Tantos como quieras.
Eduardo Galeano
La familia no tiene fronteras, explica Soboufu Somé, del pueblo dagara:
- Nuestros niños tienen muchas madres y muchos padres. Tantos como ellos quieran.
Y los espíritus ancestrales, los que te ayudan a caminar, son los muchos abuelos que cada uno tiene. Tantos como quieras.
Eduardo Galeano
14 de mayo de 2014
Extracto de "Los pasos perdidos" de Alejo Carpentier
"Detrás de mí, bajo un amasijo de hojas colgadas de ramas que
sirven de techo, acaban de tender el cuerpo hinchado y negro de un cazador
mordido por un crótalo. Fray Pedro dice que ha muerto hace varias horas. Sin
embargo, el Hechicero comienza a sacudir una calabaza llena de gravilla —único
instrumento que conoce esta gente— para tratar de ahuyentar a los mandatarios
de la Muerte. Hay un silencio ritual, preparador del ensalmo, que lleva la
expectación de los que esperan a su colmo. Y en la gran selva que se llena de
espantos nocturnos, surge la Palabra. Una palabra que es ya más que palabra.
Una palabra que imita la voz de quien dice, y también la que se atribuye al
espíritu que posee el cadáver. Una sale de la garganta del ensalmador; la otra,
de su vientre. Una es grave y confusa como un subterráneo hervor de lava; la
otra, de timbre mediano, es colérica y destemplada. Se alternan. Se responden.
Una increpa cuando la otra gime; la del vientre se hace sarcasmo cuando la que
surge del gaznate parece apremiar. Hay como portamentos guturales, prolongados
en aullidos; sílabas que, de pronto, se repiten mucho, llegando a crear un
ritmo; hay trinos de súbito cortados por cuatro notas que son el embrión de una
melodía. Pero luego es el vibrar de la lengua entre los labios, el ronquido
hacia adentro, el jadeo a contratiempo sobre la maraca. Es algo situado mucho
más allá del lenguaje, y que, sin embargo, está muy lejos aún del canto. Algo
que ignora la vocalización, pero es ya algo más que la palabra. A poco de
prolongarse, resulta horrible, pavorosa, esa grita sobre un cadáver rodeado de
perros mudos. Ahora, el Hechicero se le encara, vocifera, golpea con los
talones en el suelo, en lo más desgarrado de un furor imprecatorio que es ya la
verdad profunda de toda tragedia —intento primordial de lucha contra las
potencias de aniquilamiento que se atraviesan en los cálculos del hombre—.
Trato de mantenerme fuera de esto, de guardar distancias. Y, sin embargo, no
puedo sustraerme a la horrenda fascinación que esta ceremonia ejerce sobre mí…
Ante la terquedad de la Muerte, que se niega a soltar su presa, la Palabra, de
pronto, se ablanda y descorazona. En boca del Hechicero, del órfico ensalmador,
estertora y cae, convulsivamente, el Treno —pues esto y no otra cosa es un
treno—, dejándome deslumbrado con la revelación de que acabo de asistir al
Nacimiento de la Música."
Los gigantes
Para ellos éramos insignificantes, pequeñxs niñxs salvajes
revoloteando y saltando a sus pies; de hecho, nos querían por lo mismo, por ser
tan inquietos...
Los gigantes seres cuya piel era tosca y surcada han vivido
más generaciones que nosotros.
Ellos nos enseñaban y nostrxs escuchábamos, lxs mirábamos y
aprendíamos... De lxs hijxs de Gea, nosotros nos creímos superiores, pensábamos
que ya no nos quedaba más por asimilar, cuando en verdad, solo empezábamos a
hacerlo.
Reíamos y decíamos que ya habíamos crecido, que ya no
dependíamos de los árboles, los vimos como objetos y dedujimos que los podríamos
utilizar.
Empezamos a cambiarlos, a mutarlos, a matarlos.
Ya no los veíamos como unos sabios, no los veíamos como unos
amigos, como hermanos.
Fuimos ingratos. Aun así ellos nos querían, nos protegían
del frío, del hambre, de los desiertos.
Y seguimos pensando así.
El hambre crece, los desiertos avanzan devorando todo con su
seca boca, las tierras de hielo se evaporan, el frío duerme a nuestro lado.
Los gigantes nunca han dejado de hablarnos. Nosotrxs dejamos
de escucharlos, pero todavía podemos aprender.
En el silencio, se susurran constantemente...
En el vaivén del viento se pueden escuchar...
- Nosotros los cobijamos con nuestras ranas, los protegimos
con nuestras hojas...
Hicimos lo que pudimos.
Ustedes nos negaron, nos olvidaron, nos mataron para y por
sus propios caprichos...
Aun así los entendemos, les decimos y esperamos
que escuchen... Aún estamos a tiempo.
Anónimo
La desmemoria
Nunca nos enseñaron a olvidar, simplemente nos dejaron susceptibles al dolor y al desvarío. Nadie se acordó del futuro que inminente tocaría nuestra puerta con un fusil en mano.
Mis manos en la nuca dejan desprotegida mi eterna coraza.
Probablemente será extirpada y vendida, entonces, mañana tendré que recoger nuevos frutos de esperanza.
Emilia Rayen
Mis manos en la nuca dejan desprotegida mi eterna coraza.
Probablemente será extirpada y vendida, entonces, mañana tendré que recoger nuevos frutos de esperanza.
Emilia Rayen
11 de mayo de 2014
Desilusión
He llorado
y en grandes torrentes de agua
he calmado la rabia ingrata.
He llorado
y con gritos del alma
he enmudecido a los tontos que me habitan.
He llorado
y después me he perdido
en un sueño profundo y de paz.
He llorado
y ha sido por ti
porque tu desvistes mis ilusas esperanzas.
Elias Roth
8 de mayo de 2014
Sin nombre
Hoy es el día
es por su hálito de brillo
sus piernas de bóveda azul
sus lágrimas de lluvia en el mar
sus sonrisas de sol amanecido
su innata poesía susurrada
en cada uno de sus espasmos de tiempo
sus pasos de mariposa en el clamor de la tarde en la capital
mis manos hoy escriben la alegría
la palpan nuevamente cual lápiz danzante aferrado a mi palma
en el blanco salón de bocetos
tiñe el blanco de un verde ceniza que catapulta a los
hombres al infinito destierro de amor
en la distante nebulosa de almas alejada de la angustia y la
penuria de las estrepitosas ciudades de piedra y asfalto
y cada uno de mis pasos calmados me acerca más a sus
preciadas alas
estoy lejos pero tu estás presente y en silencio
ausente en mi espacio
pero viva en mi alma alegre.
Cito
7 de mayo de 2014
Necesidad
Debo escapar de mí. Lo necesito. Dar un paseo, alzar los ojos y soltar: primero el lánguido y pesado cuerpo, los brazos y los hombros, las rodillas y los pies, la espalda y el estrés. Y cuando ya me siente viento y esté al borde de ser desprendido de mi rama, soltaré mi mente...
He ahí el vuelo verdadero y eterno.
Anónimo
He ahí el vuelo verdadero y eterno.
Anónimo
4 de mayo de 2014
60 minutos de amor
una vez me enamoré
fue con una puta
duró una hora el amor
y eso que le pagué media...
Tristan
fue con una puta
duró una hora el amor
y eso que le pagué media...
Tristan
3 de mayo de 2014
Plegaria del estudiante
¿Por qué me impones
lo que sabes
si quiero yo aprender
lo desconocido
y ser fuente en mi propio descubrimiento?
El mundo de la verdad
es mi tragedia;
tu sabiduría,
mi negación;
tu conquista,
mi ausencia;
tu hacer,
mi destrucción.
No es la bomba lo que me mata;
el fusil hiere,
mutila y acaba,
el gas envenena,
aniquila y suprime,
pero la verdad
seca mi boca,
apaga mi pensamiento
y niega mi poesía,
me hace antes de ser.
No quiero la verdad,
dame lo desconocido.
Déjame negarte
al hacer mi mundo
para que yo pueda también
ser mi propia negación
y a mi vez ser negado.
¿Cómo estar en lo nuevo
sin abandonar lo presente?
No me instruyas,
déjame vivir
viviendo junto a mí;
que mi riqueza comience
donde tu acabas,
que tu muerte sea mi nacimiento.
Me dices que lo desconocido
no se puede enseñar,
yo digo que tampoco
se enseña lo conocido
y que cada hombre
hace el mundo al vivir.
Dime, que yo tejeré
sobre tu historia;
muéstrate para que yo
pueda pararme
sobre tus hombros.
Revélate para que
desde ti pueda yo
ser y hacer lo distinto;
yo tomaré de ti
lo superfluo, no la verdad
que mata y congela;
yo tomaré tu ignorancia
para construir mi inocencia.
¿No te das cuenta
de que has querido
combatir la guerra
con la paz, y la paz
es la afirmación de la guerra?
¿No te das cuenta
de que has querido
combatir la injusticia
con la justicia,
y que la justicia
es la afirmación
de la miseria?
¿No te das cuenta
de que has querido combatir
la ignorancia
con la instrucción
y que la instrucción
es la afirmación
de la ignorancia
porque destruye
la creatividad?,
Tu conocimiento
nos muestra el mundo
o lo niega,
porque es la historia
de tus actos,
o lo negará porque
despertando tu imaginación
te llevará a cambiarlo.
Deja que lo nuevo
sea lo nuevo
y que el tránsito
sea la negación del presente;
deja que lo conocido
sea mi liberación,
no mi esclavitud.
No es poco lo que te pido.
Tú has creído
que todo ser humano
puede pensar,
que todo ser humano
puede sentir.
Tú has creído
que todo ser humano
puede amar y crear.
Comprendo pues tu temor
cuando te pido
que vivas
de acuerdo a tu sabiduría
y que tú respetes
tus creencias;
ya no podrás predecir
la conducta de tu vecino,
tendrás que mirarlo;
ya no sabrás
lo que él te dice escuchándote,
tendrás que dejar poesía
en sus palabras.
El error será
nuevamente posible
en el despertar
de la creatividad,
y el otro tendrá presencia.
Tú, yo y él tendremos
que hacer el mundo.
La verdad perderá
su imperio
para que el ser humano
tenga el suyo.
No me instruyas,
vive junto a mí;
tu fracaso es
que yo sea
idéntico a ti.
Humberto Maturana Romesín
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