Las
letras se van acomodando
alrededor de este lado de la mano
que retiene el papel
y que la priva de su escape,
todo porque el lápiz se apoya
demasiado fuerte sobre él,
y hay dolor.
Hay dolor, y el papel está cansado.
O bien se aprovecha
de la ligereza con que se plasma
la tinta a lo largo de su cuerpo.
Existen mentiras...
... entonces no puedo
seguir escribiendo.
Chicha Ruidosa
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