3 de julio de 2015

No-trance

Ya no quiero caer en la misma profundidad de siempre, no quiero volver a embarullarme bajo el mismo divagar insano. No quiero engañar a nadie más, ni menos que se malinterprete cualquier consensuada precisión. Es más, trataré de ser lo más explícito posible, aunque en su momento no me permita a realmente serlo.
Y qué más pertinente que partir contando que no sé por dónde partir. Que debería todo ser tan natural, y tan sólo dejarse llevar, fluir. Que los segundos se comprendan por sí solos, que no tengan que cumplir con tal grado de gravedad intrínseca, impidiéndolos así, de completarse e integrarse. Mi Yo inevitable, piensa concienzudamente en el inicio, en cómo uno puede saltar sin temor a la caída siendo simple peso muerto, en cómo desencajar las incoherencias. Fácil dicen todos,  “sólo hay que dejar de pensar”. Y claro está, que si fuera tan fácil, simplemente uno no pensaría en como saltar, ni en cómo desobstaculizarse, sino que se escabulliría sin más entre los cordones del viento, se convertiría uno en agua siendo recoveco de mar, o suspiro de río, o arderíamos incesantes hacia los fríos cielos.
Pero, pausa. Siempre las hay. Todo parece estar replicado, condenado a un sometimiento general, a una búsqueda infructífera de sentidos, mensajes, señales, azares y calces. ¿Y qué consecuencias trae tal nivel de maquinización? Avanzar a ojos cerrados es imposible, manar en el ciclo es aterrador. Cierto aire de miles habita mi cuerpo, me susurran, se convencen, se empoderan, me relevan, y se resisten, bravos, a cualquier intromisión del presente. Y el que la paga, son los días, que parecen no vivir, como si me sustrajesen de ellos mismos a otros días u otros presentes paralelos.

Todo irremediablemente es falso. Lo que he dicho y lo que diré. Puede que sean posibles respuestas pero en la oscuridad, yo releo, rescribo, y me declaro en desacuerdo. 



Retrevarta 

No hay comentarios: