27 de noviembre de 2015

El Poeta

Tú crees que eres distinto, 
porque te dicen poeta, 
y tienes un mundo aparte, 
más allá de las estrellas.

Tú crees que eres distinto, 
porque te dicen poeta, 
y tienes un mundo aparte, 
más allá de las estrellas.

De tanto mirar la luna, 
ya nada sabes mirar. 
Eres como un pobre ciego, 
que no sabe a dónde va.

Vete a mirar los mineros,
los hombres en el trigal,
y cántale a los que luchan, 
por un pedazo de pan.

Poeta de ciertas rimas: 
vete a vivir a la selva, 
y aprenderás muchas cosas, 
del hachero y sus miserias.

Poeta de ciertas rimas: 
vete a vivir a la selva, 
y aprenderás muchas cosas, 
del hachero y sus miserias.

Vive junto con el pueblo; 
no lo mires desde afuera, 
que lo primero es el hombre, 
y lo segundo, poeta.

De tanto mirar la luna, 
ya nada sabes mirar. 
Eres como un pobre ciego, 
que no sabe a dónde va.

Vete a mirar los mineros,
los hombres en el trigal,
y cántale a los que luchan, 
por un pedazo de pan.

Atahualpa Yupanqui

24 de noviembre de 2015

La piel eterna


 Estas letras no serán la pinza que extraiga la espina,
sino que la navaja desafilada que ingenuamente
creerá haberme degollado, pues sé que desde hace un tiempo
mi cabeza se viene, ella sola, despidiendo de mi cuerpo.

Estas letras no serán la pinza que extraiga la espina,
tampoco el martillo que la entierre cual estaca.
Estas letras son vacuas,
en la medida que me signifiquen risas
o ceniza a sus costados.

Pero no han de ser, ¡no serán!
Ellas se asientan como pilares pintarrajeados,
y creo reconocer en los trazos que los cubren
otros de años más y más alejados:
el fantasma que recurre a reunir las letras de mi nombre,
los rasgos fundamentales de mi rostro.

Fue así como quise dejar algo sobre mi dorso.
La excusa de su creación como gatillo de un amor no sincerado.
La excusa de su cristalización.

Oh! Hermano,

¿Cuándo fue que te transformaste en sonrisa y yo ceniza a tu costado? 


J. Velado

18 de noviembre de 2015

Poema numero 49




Esta mañana, mi país despertó gritando guerra
Lejos, detrás de las montanas de maletas
En el suelo aun yacen los niños que no alcanzaron responder al llamado de la libertad
Las balas que secamente cortaron sus raíces
Aquí  orgullosamente las llamamos semillas de la paz
Hoy día, las ratas se vistieron de gato
Elocuentemente con lágrimas de cocodrilo
le piden al pájaro que no emprenda vuelo
Ya que el sol dejo de creer en sus hijos
Y envés de alumbrar su camino
Colericamente está quemando cada pluma que se ha dignado a bailar con el viento
Esta tarde, los gritos no han podido despertar el gigante,
y en su nombre se han construido monumentos que pronto destruirán
Los ladrillos caen, como caen mis lágrimas
Pero entre tinta y sangre, la esperanza es lo último que se pierde
Este anochecer, el fuego se quemara a si mismo
Los ancianos le vociferaran antiguos cuentos
Sus arrugas se convertirán en papel,
y sus letras volaran junto al humo de los probables
Ayer, tan solo ayer
Te destiné mis versos
Ayer,
Partiste
Ayer,
Me lamenté por ti…

Cuando hoy,
me lamento por el mundo.

Anonimx

11 de noviembre de 2015

Inmenso cubículo


 Humano plaga es lo que leo
en las paredes de este corte del espacio:
el baño, su silencio y su pausa.
El humano no resulta ser plaga en este fragmento.

¿Cómo así las veces que debes intentar no oír
el bullicio invadiendo los pasillos,
sino más bien descansar
el agua tumultuosa que rebota?

Sería así entonces.
Huyendo de lo que figura inevitable.
Cavando ausencia entre los contornos de cada cuerpo,
creando silencio donde prohibido nos parece.

Pero si lees lo que antes mencionabas
será porque alguien no es capaz de irse,
o de ser sin tener que asociarse.
Mis ganas de llorar son tales,
y no lloraré en este sitio,
pues de nada sirve ver cómo se va

el río a la sangre.

jvv

Manual enterrado, velado


 Que quien vocifere me acompañe a ver
hasta dónde llego dándole color a las cosas,
dándole color al mundo entre las noches.
Dónde acaba la necedad, se trata
de eso pues no hay límites aun
destinados a desgarrar algo más
que solo mis vestiduras.

Que quien cae junto a mi me enseñe
cómo se debe caer.
Lo estaré haciendo mal me he preguntado
más de unas cuantas veces.
O tarde estaré llegando,
porque si bien aun es de día,
hace tiempo que nos ha amanecido.

Lo mismo sucede en cada vuelo:
como si existieran, verdaderamente,
vías por las cuales
se debe surcar el aire.

Pero al final quiero
que quien se retuerce a mi lado
me indique el error
de hallarme sentado solamente.
Estando preso de mí mismo o de mi peso.
Que me invite a olvidar la gravedad
de nuestros nombres o humanidades,
Que me invite a reír simplemente.

Y reírnos, finalmente,

del vacío donde pende esta última letra.

jvv